El dominio de las drogas en la sociedad

El dominio de las drogas en la sociedad

En una intervención el embajador dominicano en Estados Unidos planteó la realidad mundial que afecta a las naciones más desarrolladas, en que una buena parte de sus miembros están sumergidos en un submundo alejado de la realidad.

 El licenciado Aníbal de Castro planteaba que, si Estados Unidos  quería combatir el tráfico de drogas,  debía suministrar ayuda técnica y económica a los países caribeños, trampolín del tráfico y los productores, de manera que en una tarea conjunta  atacar el consumo de millones de estadounidenses,  que pudiera en algún momento, revertir la tendencia de que cada vez hay más consumidores de drogas.

 La realidad es que los dirigentes norteamericanos y europeos  pretenden atacar el problema en la supuesta raíz del problema, que es la producción, y luego el transporte de la misma hacia los centros de consumo, que son las principales ciudades europeas y norteamericanas,  dándole las espaldas de que están rodeados por  una sociedad maleada en todos sus niveles que insatisfechas encuentran en las drogas su evasión.

 Pretender que se corte el consumo de drogas mediante el método de frenar la producción y el transporte de drogas desde Colombia o desde Dominicana y de cualquier otro país caribeño, cae en una utopía  increíble que pretende ignorar la demanda  de los consumidores, que abarca casi todos los estamentos sociales norteamericanos y europeos.

 No es frenando  la producción  o sus canales de suministro  a los centros de consumo,  sino ver la realidad de los consumidores a los que el gobierno de Estados Unidos  ignora. Ellos creen que cortando el suministro resolvería un grave problema social, que  lo plasmó brillantemente Frederick Forsyth en su última novela Cobra, en que su protagonista, de una manera hábil,  logra cortar el suministro, cercenando el transporte por todas las vías aérea,  marítima y terrestre desde México. Esto provocó una revolución en cada una de las ciudades de los países desarrollados, ya que los drogadictos exigían sus drogas, cada vez más caras, llevando  la destrucción a  las calles de esas ciudades con el pillaje desatado y las protestas que le alejaban el acceso a sus drogas.

En esa novela de Forsyth, Estados Unidos estuvo al borde del colapso por la revuelta de los consumidores y de los traficantes de drogas. Así hubo necesidad de abortar el programa Cobra de cortar la producción y transporte de drogas, borrando las evidencias para que los ciudadanos  de los países desarrollados volvieran  a ser felices consumidores y vendedores de drogas.

El embajador De Castro apuntó certeramente al meollo del problema, que es evadido y ocultado por las autoridades de los países  poderosos, ya que al tener el problema del consumo en su interior,  temen provocar  un cuadro al que se detalla en esa novela Cobra. Y es que las acciones para destruir  plantaciones y laboratorios   de drogas, o interceptar el tráfico,  son pinchazos muy ligeros en la epidermis de un monstruo que nació para quedarse. 

Todos los gobiernos se benefician de las drogas, incluyendo entidades religiosas y cívicas. Es que florecen las ciudades y la prosperidad por efecto del lavado de un  maldito dinero, pero muy bendito al convertirse  en proyectos agrícolas de envergadura,  crecimiento de las ciudades y de résorts de playas y montañas, mansiones y exhibición de los medios de transportes  más lujosos e inimaginables.

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