“Nuestro real enemigo es el olvido”, Thich Nhat Hanh.
Bac Siéu era un hombre común, en apariencia, con deudas y cuentas por pagar como casi la gran mayoría de nosotros. Trabaja para mantener a su familia, como casi la gran mayoría de nosotros, pero Bac Siéu hizo algo que NO hace la gran mayoría de nosotros, Bac Siéu NO quiso olvidar que el verdadero sentido de la vida no tiene nada que ver con la cantidad de dinero que “ganamos”.
Bac Siéu vivía y trabajaba en la ciudad de Ho Chi Minh (antiguamente Saigón, la ciudad más grande de Vietnam), allí todos los días pasaba cerca de un gran vertedero, con el rabo de los ojos y en contra de su voluntad lanzaba una inevitable mirada a los “polvo de la vida”. Los “polvo de la vida” eran niños de todas las edades completamente abandonados a su suerte, vivían en el vertedero de basura, hurgaban hasta encontrar algo que vender, muchos morían antes de cumplir los siete años. Ellos mismos se hacían llamar “polvo de la vida” una manera de recordarse así mismos de forma constante que valían menos que la basura.
Todo el mundo los ignoraba, los olvidaba, como siempre hacemos, porque no tenemos tiempo, es más fácil olvidar, pero Bac Siéu no quiso olvidar. Un día decide vender su carro, lo consulta con su mujer, diciéndole que con el dinero que gane por el carro pagará sus deudas y comprará una bicicleta, le pide a su mujer que busque trabajo y a su hijo mayor que se encargue de sus hermanas mientras su madre trabaja. A partir de ese momento Bac Siéu busca trabajo por las tardes y comienza a ir al vertedero en la mañana.
En su bicicleta logra transportar a los niños, uno a uno, al templo de los monjes budistas de Ho Chi Minh. La idea era que los niños permanecieran las primeras cuatro horas aprendiendo a leer y a escribir. Bac Siéu hizo esto por más de 50 años, se retiró con su familia a vivir a la provincia vietnamita Thua Thien, allí todavía a los 82 años se transportaba en bicicleta para llevar comida a familias necesitadas de los alrededores.
Kim Ly fue uno de los niños que Bac Siéu sacó del vertedero. Hoy es uno de los neurólogos más importantes en Francia y en una entrevista sobre su vida Kim Ly dijo lo siguiente: «Bac Siéu, a él le debo todo lo que he logrado».
Cuando el periodista preguntó qué cosa Bac Siéu le había enseñado, Kim Ly respondió: “que la vida está para algo más que para utilizar el tiempo para hacer dinero. No estábamos en el aquel vertedero porque no teníamos nada, estábamos allí porque nos considerábamos nada y Bac Siéu nos demostró que éramos valiosos con el tiempo que nos dedicó. La generosidad a veces no es dinero que requiere, es tiempo. Bac Siéu removió el miedo en nosotros, y eso vale más que cualquier cosa material. El pensamiento es la base de todo, él lo sabía y nos transmitió la idea de valorarnos. Nos hizo saber que no valgo por lo que tengo, valgo cuando desarrollo el don de la ausencia del miedo, creo sin duda alguna que es la más bella demostración de amor por la vida, puedo decir que tuve el mejor padre que ha existido”.
¡NAMASTE!