El dopaje en el deporte: antecedentes y proyección actual

El dopaje en el deporte: antecedentes y proyección actual

Hay constancia de que a través de investigaciones realizadas por especialistas a lo largo de la historia los seres humanos han protagonizado una desesperada carrera tratando de encontrar mediante una mezcla de terapéutica, magia y brujería, los medios que les permitieran aumentar artificialmente su resistencia natural ante la fatiga para llegar a ser el más fuerte ante sus adversarios en la guerra, en la caza de supervivencia o el deporte.

Recopilar el accionar de las diferentes civilizaciones cuando en diversas épocas y lugares se utilizaban sustancias y métodos para lograr los primeros sitiales entre contrincantes, se pueden considerar como raíces del dopaje, terminología desde entonces aceptada en los ámbitos académicos y tratados sobre ciencias del deporte.

La Organización Mundial de la Salud, cuando aborda el tema de la droga y el deporte, admite que está claramente probado que seres humanos han participado en distintas actividades deportivas desde antes de las épocas históricas registradas, sobre todo en la Grecia clásica y en el Imperio Romano.

En los antiguos Juegos Olímpicos las noticias más tempranas de situaciones relacionadas con el actual dopaje demuestran que no se trataba de verdaderos casos de esta práctica, sino de actividades que se realizaban con el fin de aumentar la fuerza física.

Los romanos, además de utilizar determinadas sustancias para sí mismos, drogaban a los caballos para incrementar supuestamente su velocidad y resistencia. También los gladiadores del Circo Máximo usaban estimulantes mezclados con alcohol para superar el cansancio y aminorar el dolor de las lesiones. Hay importantes referencias sobre los orígenes del dopaje en los continentes asiático, europeo, americano y africano, que sería prolijo detallar en esta entrega.

Un hecho notable ocurrió en el año 395 cuando un decreto de Teodosio el Grande abolió los Juegos Olímpicos al considerarlos como una manifestación pagana, plagada de trampas. A partir de entonces en los anales de los antecedentes del dopaje se abre un espacio que abarca desde las culturas clásicas hasta el siglo XIX cuando nace el deporte moderno.

El dramático auge del dopaje actual en el deporte, se inicia en la década de los 60 del pasado siglo, pero también de forma paralela se iniciaron en esta época las acciones dirigidas contra esta práctica para erradicarla del deporte, una batalla que ha sido impulsada con mayor énfasis por organismos Internacionales como la Agencia Mundial Antidopaje, la UNESCO y el Comité Olímpico Internacional.

Sin embargo, la batalla contra ese flagelo que afecta de forma atroz la salud y el verdadero desarrollo humano, ha sido muy difícil de superar, porque además se ha convertido en uno de los negocios más rentables por los altos precios que tienen las diversas sustancias dopantes en el mercado, pese a las medidas de control y el incremento de las sanciones a los infractores.

En los últimos años una significativa cantidad de atletas de alto rendimiento y profesionales que ha continuado en el uso de sustancias prohibidas, dentro de estas: hormona de crecimiento, anfetamina, nandrolona, testosterona, cocaína, anabolizante androgénico, efedrina, cannabis, entre otras.

La Federación Internacional de Federaciones de Atletismo descubrió nueve infracciones de dopaje en muestras tomadas en los Mundiales de Daegu, a dos días de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres.

En un amplio listado de más de 700 deportistas olímpicos y profesionales de la actualidad que han sido acusados y sancionados por dar positivo en sustancias prohibidas, sobresalen nombres como: Lance Armstrong (ciclismo) Yohan Blake (atletismo), Romario (futbolista), Rashard Lewis (basquetbolista), Tyson Gay (atletismo), Alex Rodríguez (beisbolista), Barry Bonds) beisbolista), Marion Jones (atletismo) James Toney (boxeo) Amdre Agassi (tenis) Wu Yanyan (natación).

El único medio fiable de estos días para detectar el dopaje, aunque sólo sea la punta del iceberg del problema, son los resultados de los análisis de laboratorio internacionalmente acreditados. Por ello, con razón se asegura que todavía a la batalla contra esa negativa práctica le queda un largo trecho por recorrer, pese al esfuerzo reconocido.

 

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