El Dr. Héctor Mateo Martínez

El Dr. Héctor Mateo Martínez

El pasado año finalizó desde el punto de vista de las Ciencias Médicas, con una noche muy especial, pues el prominente cardiólogo dominicano el Dr. Mateo recibió el merecido galardón de “Premio Nacional de Medicina”. En la oportunidad con un solemne acto en el auditorio del Museo de Historia Natural, un grupo de notables representantes de la Medicina, fueron reconocidos por igual, por su accionar en procura de la mejoría del bien más preciado que tiene el humano, la salud.

Como  dijera el Presidente de dicho premio, el consagrado médico, Dr. Sergio Solís Taveras: “Esta versión del 2009 está dedicado a ese Gran Maestro de la Cardiología, ejemplo para los dominicanos y el mundo, el eminente profesor del corazón el Dr. Héctor Mateo.” En nuestra condición de Vicepresidente, entidad que cumplió esa noche quince años, nos tocó el alto honor de presentar a los homenajeados.

El reconocido, qué egresado de la Universidad de Santo Domingo, y luego de la Escuela de Cardiología de Minnesota, regresa al país y desde noviembre del 1962, inició las acciones que derivaron en la Fundación Dominicana de Cardiología y en la realidad de lo que es hoy  el Instituto Dominicano de Cardiología, obra máxima de su campo. En verdad es el resultado de muchos esfuerzos mancomunados, sabemos que sin la acción dinamizante de este prominente ciudadano, esa obra no hubiera concluido y ser el hospital más completo de la especialidad en el país. Pero detengámonos a pensar por un momento, ¿quién es un fundador? Aunque sea pretenciosa la representación, -es el espejo de un alma-; porque en el azogue se proyecta asimismo, con la transparencia de las obras hechas, el horizonte abismático del mundo y de la vida. Ya el gran Martí de Cuba dividió los hombres en dos bandos, “los que aman y fundan, los  que odian y deshacen”. El que funda, aporta, es necesariamente un fenómeno cósmico, es un creador de realidades, que trasmuta apariencias en síntesis logradas al forjar sus sueños en obras tangibles. Imaginemos por un momento en el país a varios doctores Mateo, tendríamos muchos institutos similares.

Por razones de los afectos fraternos que nos unen, es una amistad heredada de mi padre, enfaticé que se trataba de un: “joven médico emprendedor y laborioso de unos ochenta y tantos años”. En la premiación de la solemne noche, recibieron sus certificados como “Médicos Distinguidos de la Sociedad”, los colegas: Emilio Mena Castro, Félix Manuel Escaño, Luisa González de Bogaert, Alejandro Uribe Peguero, Jaime David Fernández Mirabal, Patria Rivas y Tito Suero Portorreal. Al presentar a cada uno de los galardonados, con quienes me unen apegos verdaderos, hice un sumario de sus honrosos historiales de vida.

En sus palabras de gracias, señaló el Dr. Mateo: “Que reafirmaba su compromiso mientras vida tuviera, de seguir dando amor, continuando con sus acciones de bien en el trabajo y el ejercicio de su profesión. Me acepto hoy con un poco de –vanidad-, pero para seguir aportando. Le ratifico mi amor a Minerva, mi compañera hasta la eternidad. Pero debemos amar hoy, ahora mismo, mientras tenemos la oportunidad. El valor de una vida no se mide por la duración, sino por la dedicación al amor.” Magister dixit,  él es honrosamente para mí y para todo nuestro terruño, el hombre “corazón”. 

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