El drama de las ballenas en un mundo del silencio que ya no lo es

El drama de las ballenas en un mundo del silencio que ya no lo es

BARCELONA. España. AFP. El mundo del silencio ya no es lo que era: bajo el agua, el caos sonoro se amplifica con el tráfico marítimo, los sonares y las exploraciones submarinas, todo un drama para los cetáceos que ya no consiguen entenderse ni orientarse.

Durante millones de años, el mundo submarino sólo se ha visto alterado por el sonido de las olas y el canto de las ballenas.

Pero desde hace un siglo, el hombre se ha introducido en este espacio acústico armonioso con sus barcos de motor, sus prospecciones, sus sonares militares y sus sondas sísmicas para buscar petróleo.   Este ruido es “ensordecedor” para los animales submarinos, subraya Michel André, director del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas (LAB) de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC).

“Hoy, no hay ningún lugar del mundo que no esté contaminado por estas fuentes sonoras artificiales en el mar”, afirma este ingeniero y biólogo francés, que participa en el Congreso Mundial de la Naturaleza de la UICN en Barcelona (Cataluña, noreste).

El oído humano apenas percibe un 10% de los sonidos que se producen bajo el agua, de ahí la falsa impresión de silencio al bucear en este mundo submarino, destaca. Pero no ocurre lo mismo con las especies animales submarinas que perciben la intensidad real.

El sitio web del LAB (www.sonsdemar.eu) permite hacerse una idea de estos ruidos.

Los más afectados son los cetáceos -ballenas, cachalotes, delfines- porque todas sus actividades se basan en la acústica, ya sea para orientarse o para comunicarse.

Así, “todo lo que puede dificultar la propagación de sus propios sonidos o los sonidos que les informan sobre su hábitat les pondrá en peligro”, explicó Michel André. Hay unos “efectos de enmascaramiento”, cuando, por ejemplo, el ruido del motor de un carguero cubre otros sonidos emitidos por otros cetáceos.

Con su sistema de detección perturbado, pierden el sentido de la orientación y pueden chocar con los barcos o, si están cerca de las costas, quedar varados en las playas.

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El ruido mata

“Tenemos datos que indican que estos varamientos en masa de ballenas y cachalotes se debería a su exposición a fuentes sonoras artificiales”, afirmó Michel André.

Más grave aún, el ruido puede matar. Carl Gustav Landin, jefe del programa para el medio marino de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), asegura que “un ruido muy violento (de una intensidad de entre 230 y 240 decibelios) puede matar instantáneamente una ballena”. La deflagración de una explosión, que puede ser militar o civil para investigaciones geológicas, es mortal para los cetáceos en un radio de 1 a 2 km.

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