El drama haitiano: un año después

El drama haitiano: un año después

Después de una amplia secuela de luchas intestinas, Haití por fin logra su independencia en el año 1804, convirtiéndose en la primera republica negra en lograr esta hazaña. Sin embargo, Haití no ha logrado establecerse como un país progresista con respecto a sus homólogos latinoamericanos.

Este país, el más pobre del hemisferio occidental, ha sido azotado por la violencia política producto de la falta de cohesión social, corrupción, esquemas de sincretismo religioso, ausencia de una clase media desarrollista y por último, la existencia de castas sociales que se disputan la hegemonía del Estado.

Producto de este cuadro entrópico, en febrero del 2004 se produjo una rebelión que frustró el primer intento de entronizar una democracia con la presidencia de Jean Bertrand Aristide.

Ante esta situación totalmente desestabilizante, “las potencias” dispusieron el envío de tropas invasoras, para supuestamente imponer el “orden occidental” en esa desafortunada nación. De ahí es que nace la MINUSTAH o la Misión de Las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití.

Bajo este estado de situación, el 12 de enero de 2010 Haití fue estremecido por el horror y terror que engendró, en esa frágil democracia, un devastador terremoto de 7.2 grados Richter. Con el epicentro a 15 kilómetros de Port-a-Prince, la devastación fue enorme, dejando desprovistos y a la intemperie más de 2 millones de personas y alrededor de 325,000 muertos.

Haití es una nación con una extensión de 27,750 kilómetros cuadrados, de los cuales la tierra firme es más del 99% y  sólo 1% de cuerpo de agua. Su extensión agrícola es de apenas el 28.11% (7,800 km2) donde sólo se fomenta el cultivo sistémico en el 11.53% de esta extensión. El 88.47% restante se divide en agricultura informal, con un 60.36% y un área de tierra ociosa, que podría ser cultivable. El riego total  abarca unos 250 kilómetros cuadrados o sea un 3.2% del área cultivable.

Los recursos acuíferos disponibles (unos 10 kilómetros cúbicos) son absorbidos, en un 94% por la agricultura, un 5% como agua potable y un 1% por el sector industrial. Haití consume anualmente el 10% de esta disponibilidad, cuyo factor de reposición es de aproximadamente un 35% debido a la deforestación, sequía y al manejo inadecuado de los embalses y cuencas.

En adición a estas realidades socio económicas, Haití sufre de un gran deterioro en la estructura de soporte necesaria para el fomento de la inversión y la canalización efectiva de los recursos económicos necesarios para el desarrollo sostenido de su población.

La falta de sostenibilidad macroecómica y gobernabilidad obligó al Estado Haitiano a  recurrir al endeudamiento externo masivo para  cubrir los déficits fiscales y los gastos corrientes del Estado Haitiano. Esta insolvencia se agravó con los eventos de enero de 2010, originando que el  Banco Mundial le condonara  más de US$600 millones de dólares de la deuda bilateral.

Dentro de este estado de situación, se nos presenta la imperiosa necesidad de realizar una cuantificación estimada de los daños causados por el sismo y así poder tener una apreciación aproximada de la inversión requerida, no solo para la reconstrucción parcial de la infraestructura física, sino también para el fomento del soporte logístico y reiterativo de la economía haitiana.

Según datos del Banco Mundial, revelados por su vicepresidenta para  América Latina y el Caribe,  Dra. Pamela Fox, Haití perdió más del 20% de su PNB como consecuencia del sismo. Sin embargo, otros estimados realizados por otros especialistas lo colocan por encima del 30%. El rango planteado está entre los US$8.1 a US$13.5 millardos.

Ante esta dantesca situación, los gobiernos y organismos bilaterales han creado un fondo de US$ 1.5 millardos, como capital semilla,  para el inicio de las obras y acciones  necesarias. El balance aproximado de los daños en las infraestructuras es el siguiente:

1-Más de 300,000 viviendas inhabitables.

2-Más de 30,000 edificaciones comerciales afectadas.

3-Más de 15,000 escuelas primarias afectadas.

4-Más de 1,500 escuelas secundarias afectadas.

5-Más de 22 hospitales y centros médicos asistenciales o de atención primaria muy afectados.

6-Más de 1,500 edificaciones gubernamentales y descentralizadas, incluyendo la casa de Gobierno, muy afectadas.

7-Más de 1,200 kilómetros lineales de carreteras y caminos vecinales afectados.

8-Los tres aeropuertos principales afectados, más  tres puertos marítimos.

9-Líneas de transmisión, subestaciones, centrales generadoras, plantas de comunicaciones diversas, que colapsaron producto del sismo.

Como podrán apreciar, este conjunto de tareas de reconstrucción requiere de un Estado organizado y libre de prejuicios internos y externos. El concepto morfológico sobre el cual el Estado Haitiano se ha desarrollado por décadas, tiene que ser transformado a través de una sinergia internacional, libre de posturas complacientes y de búsqueda de chivos expiatorios y que le reconozca la dignidad del pueblo haitiano mediante la incorporación real de las fuerzas vivas de esa nación a su  proceso de reconstrucción.

Todavía la comunidad internacional no entiende, o no quiere entender, el verdadero drama haitiano. Lo demuestra el hecho de que a casi un año de los eventos descritos, todavía persisten estas cifras dantescas como un páramo sobre las cabezas de esos seres humanos indefensos.

La comunidad internacional siempre ha creído que  con el envío de  tropas e intenciones nobles de ayuda humanitaria evitaría el surgimiento del caos (siempre en acecho)   que generan dichas intervenciones. Sin embargo, la madre naturaleza le hizo una “mala jugada” y los agarró, desprovistos, de una visión de Estado funcional, para que Haití se perfilara dentro de los cánones democráticos de Occidente.

Hoy en día afloran éstas y otras contradicciones que han acentuado la disparidad de criterios entre los “beneficiarios” y los poderes fácticos de Europa y Estados Unidos.  Además, producto de estas contradicciones, nuestro país ha sido objeto de veladas críticas, insulsas e irresponsables, basadas en hechos históricamente superados por los dominicanos.

La realidad de los hechos nos demuestra, una vez más, que el drama haitiano es de dominio absoluto de los haitianos y por ende dependiente del desarrollo y la creación de mecanismos desarrollistas necesarios para que puedan organizarse. Esta organización tiene que ser inducida, tomando en cuenta sus cánones culturales, políticos, sincretistas y la situación geopolítica de Haití. Pretender, que con sólo la reprimenda dirigida y la asignación “a cuenta gotas” de los recursos necesarios, van a doblegar el espíritu indómito y ancestral del pueblo haitiano, es creer que, como un niño, si no hace la tarea le pegamos.

En lo referente al devenir político dominicano, soy de opinión de que nuestros aspirantes a dirigir los destinos de nuestra nación, deben de tomar seriamente en cuenta el drama haitiano para garantizarle a todos nosotros un Estado de derecho basado en la contingencia oportuna y la concienciación obligatoria de esta situación tan entrópica para nosotros y el resto de la Española.

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Haití y sus recursos

Con esta configuración isogeográfica, Haití tiene que responder ante más de 11 millones de habitantes que se desarrollan dentro del marco económico y financiero siguiente:

1- Riquezas explotables: bauxita, cobre, carbonatos de calcio, oro, mármol, sal, café,  ganadería y turismo.

2- Producto Bruto Doméstico (Poder de Compra interna): US$12 millardos

3- El PBD Neto es de solo US$7.0 millardos.

4- La Tasa de Crecimiento esperada para el 2011 es de solo un 2.2 por ciento.

5- El Ingreso Personal Disponible Bruto es de solo US$1,200.00 anuales per cápita. El neto no llega a los US$650.00

6- Solamente tres sectores son significativos al aporte de la valoración del Producto Nacional Bruto:

a) Agricultura: 28%

b) Industria: 20%

c) Servicios: 52% (incluye economía informal)

7- La fuerza laboral en producción es apenas de  3,643 millones de personas (32% de la población total que es de 11.38 millones de habitantes)

8- De éstos casi 4 millones de personas, el 66%, se dedica a faenas agrícolas;  9% a destrezas industriales y el restante 25% al Sector de Servicios.

9- Las cifras oficiales del desempleo son de un 66%. Sin embargo, puede llegar a un 78%, incluyendo los ubicables en la economía informal.

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