El duelo

El duelo

Aunque la experiencia de la pérdida de una persona amada es parte inevitable de la vida adulta, aunque la probabilidad de tal pérdida aumenta cuando el individuo se envejece o cuando se vive en zonas de mucha violencia, aun cuando sabemos que es una experiencia traumática y muy dolorosa, todos sabemos que perder un ser querido es una de las tragedias más graves que pueden sucedernos.

Hablar sobre la muerte incomoda, perturba y hasta es considerado como de mal gusto, mientras se trata de un momento por el que todos vamos a pasar, pero después de lo que todos hemos visto estos últimos días, a propósito de la tragedia en Jimaní, es un tema que merece ser analizado, más que evadido.

Para ello conversamos con el doctor José Reyes Nouel, Psiquiatra y propietario de la Clínica Psiquiátrica Reno, quien aportó mucho para el desarrollo de este material orientativo.

“La salud mental es directamente proporcional del yo con la realidad. En la medida que el “yo” se desconecta de la realidad no hay salud mental”.

Para el doctor Reyes Nouel, es normal la tormenta emocional luego de la pérdida de tantas vidas, no solo para quienes les atañe directamente, sino también, para todo el que de una u otra forma a entrado en contacto con las informaciones noticiosas, las cuales describen tan vívidamente lo ocurrido.

Luego de una tragedia de esta magnitud lo normal es que los familiares o amigos que hayan sobrevivido pasen por distintas fases. Lo normal que aparece es una negación, que viene a ser un mecanismo de defensa de nuestra mente, para no caer en una devastación.

Cada ser humano va a reaccionar de forma diferente, unos por ejemplo, pueden llorar en todo momento, otros ni siquiera pronunciar palabra; pasa algo similar que con una persona que sufra de osteoporosis crónica y otra cuyos huesos estén en perfecta salud, si ambos individuos sufren una caida es normal que quien tenga esa predisposición ósea sufra daños mayores que quien no la posee. Este mismo caso se aplica a aquellas personas cuya salud mental esté equilibrada y otros que sufran de procesos ansiosos u otros desórdenes; lógicamente el manejo de la pérdida será diferente, aunque ninguno de los casos está excento de si no es atendido pasen por un desorden de estrés traumático post tragedia, ansiedad más angustia, depresión, distimia (deseo de no vivir, desánimo profundo).

Según el especialista, si luego del tiempo antes citado el paciente continúa sumido en su estado de profundo dolor tras la pérdida se convierte en un luto complicado, el cual necesita de una atención especial. La primera medida a tomar sería recibir apoyo psicológico, psicoterapia, terapia medicamentosa y lo más importante que el paciente verbalice que el estrés ya pasó y que si está vivo debe entender que la crisis pasó y es necesario aceptar las consecuencias y continuar adelante.

Las personas que le rodean deben ofrecer un apoyo incondicional, cariño, atención, llevar una vida sana en la que se equilibren la meditación, trabajar la espiritualidad, ir a la iglesia y mucha terapia acompañada de paciencia.

En ese orden, si quieres acompañar a un familiar o amigo que ha perdido un ser querido, y no sabes cómo hacerlo, te propongo adicionalmente, una serie de indicaciones sobre la mejor manera de ayudarle.

Evitar las frases

hechas

La incomodidad nos mueve a recurrir a expresiones que no ayudan para nada: “Tienes que olvidar”, «Mejor así, dejó de sufrir”, «El tiempo todo lo cura», “Manténte fuerte por los niños”, «Es la voluntad de Dios», «Es ley de vida»…

Lo que más suelen necesitan al principio es hablar y llorar. No decirle que tiene que sobreponerse, ya lo hará a su tiempo.

Si no sabes que decir, no digas nada. Escucha, estate presente, sin pensar que tienes que dar consejos constantemente o estar levantando el ánimo.

Si no sabes que hacer, colaborar en algunas tareas cotidianas (hacer la compra, ir a buscar a los niños…) o encargarte del papeleo, puede ser una buena manera de ayudarlo/a.

Tener en cuenta las actitudes que no ayudan

No le digas que le comprendes si no has pasado por una situación similar.

No intentes buscar una justificación a lo que ha ocurrido.

No te empeñes en animarle/a o tranquilizarle/a. Posiblemente lo que necesita sólo es que le escuches.

No le quites importancia a lo que ha sucedido hablándole de lo que todavía le queda.

No intentes hacerle ver las ventajas de una nueva etapa en su vida. No es el momento.

Dejar que se desahogue.

Sentir y expresar el dolor, la tristeza, la rabia, el miedo…por la muerte de un ser querido, suele ayudar a elaborar el duelo.

Estás equivocado/a si piensas que verle o dejarle llorar y emocionarse no sirve más que para añadir más dolor al dolor.

Estas equivocado/a si crees que ayudar a alguien que sufre es distraerle de su dolor. Mediante la vivencia y expresión de los sentimientos, la persona en duelo suele sentirse aliviada y liberada.

A veces, podemos cortar las emociones del otro para protegernos de las nuestras.

No temas nombrar y hablar de la persona fallecida por miedo a que se emocione. Si llora, no tienes que decir o hacer nada especial, lo que más necesita en esos momentos es tu presencia, tu cercanía, tu compañía y tu afecto.

No temas tu mismo llorar o emocionarte. No hay nada malo en mostrar tu pena, en mostrar que a ti también te afecta lo que ha pasado, en mostrar que te duele ver a tu amigo/a o familiar en esa situación.

Permitir que hable del ser querido que ha muerto

Permitir que hable todo el tiempo y todas las veces que lo necesite.

Una pareja de padres expresaba su pesar con estas palabras:

“Los parientes y los amigos rehuyen hablar o pronunciar el nombre de nuestra hija, desviando la conversación hacia cualquier otro tema. Tal vez tengan miedo de alterarnos o hacernos llorar. Pero, ¿qué pretenden? ¿qué la olvidemos o que no lloremos más?.

Comparte con tu familiar o amigo/a recuerdos de la persona fallecida (ver fotos, contar anécdotas…)

Recordar a la persona amada es un consuelo para los supervivientes. Repetir y evocar los recuerdos es parte del camino que tienen que recorrer.

Hay personas que viven un duelo privado y no les gusta exteriorizar sus emociones. Respetaremos también su necesidad de no hablar.

[b]Mantener el contacto[/b]

Una viuda se lamentaba: «había más de 400 personas en el funeral de mi marido. Entonces se ofrecieron muchos para ayudarme. ¿Dónde están ahora, después de tres meses?»

El contacto puede mantenerse de muchas maneras. Puedes hacerle una visita, quedar para tomar un café o dar un paseo, enviar una carta o un email. Con una llamada telefónica, por ejemplo, puedes romper su soledad y recordarle que no está solo/a, que alguien está pensando en él o ella.

Las fiestas y aniversarios son momentos particularmente dolorosos en los que podemos hacer un esfuerzo especial para estar cerca de la persona en duelo.

[b]Etapas psicológicas durante el duelo[/b]

Las etapas por la que pasa un individuo en duelo son las siguientes (Según el Dr. Reyes Nouel):

1- Etapa de negación (desorden de ajuste)

2- Rabia (se incomoda por cualquier cosa, aunque sea un detalle ajeno a lo ocurrido)

3- Negociación interna (un estado entre negación, rabia y depresión)

4- Depresión

5- Aceptación (para lo cual hace falta un tiempo prudente de nueve meses).

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