El ébola propaga el miedo por el mundo con al menos 4 mil muertos

El ébola propaga el miedo por el mundo con al menos 4 mil muertos

MADRID.  El temor crece en el mundo por la propagación del virus del ébola, que causó ya más de 4.000 muertos, mientras España, con la primera infección fuera de África, reforzaba este viernes la gestión de un momento «complejo y difícil». Ante una fuerte expectación mediática, el jefe del gobierno español, el conservador Mariano Rajoy, visitaba el hospital madrileño La Paz-Carlos III donde está ingresada Teresa Romero.

Esta auxiliar de enfermería de 44 años, que el lunes se convirtió en la primera contaminada fuera del continente africano tras tratar a dos misioneros españoles repatriados en agosto y septiembre, se encontraba «estable dentro de la gravedad», informó una portavoz del hospital.

«Hay mucha gente que está trabajando aquí en un momento que como todos sabemos es complejo y difícil», afirmó Rajoy a las puertas del centro, declarándose «absolutamente convencido» que se hará «todo aquello que sea necesario» para superar la crisis.

Al mismo tiempo, su ejecutivo anunciaba «la creación de un comité especial» con representantes de numerosos ministerios para gestionar en España una enfermedad que cuyo número de víctimas, en su inmensa mayoría en África, no deja de crecer. Desde principios de año hasta el 8 de octubre esta fiebre hemorrágica afectó a 8.399 personas matando a 4.033 de ellas, principalmente en Liberia, Sierra Leona y Guinea Conakry, según el último balance de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En este último país el principal centro de tratamiento de Médicos Sin Fronteras está cerca de la «saturación», en Liberia el personal de salud emprendió el viernes un paro para reclamar primas de riesgo, e incluso en la selva congolesa los habitantes cambiaban dieta y costumbres por miedo a la epidemia.

Tras descubrir un segundo caso de contaminación en una semana entre su personal en Liberia, Naciones Unidas puso en cuarentena a 41 de sus empleados en ese país, mientras desde su sede en Nueva York anunciaba que sólo logró recaudar el 25% de los 1.000 millones de dólares que buscaba para combatir la epidemia en África.

El miedo se propaga.

Mientras tanto, el miedo al virus se propagaba por el mundo. En Brasil, un guineano de 47 años con fiebre, que llegó el 19 de septiembre procedente de Conakry, era evaluado el viernes en el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de Rio de Janeiro, tras haber sido trasladado desde una localidad del Estado de Paraná, en el sur. Ante esta situación, el vecino Perú incrementó su plan de prevención sanitaria, incluyendo simulacros de tratamiento, y Uruguay reforzó los controles en puertos y aeropuertos.

Al igual que en México, que decidió vigilar los puntos de tránsito de emigrantes en su frontera con Estados Unidos, la migración clandestina preocupaba también en Nicaragua, cuyo gobierno decidió aplicar medidas de protección además en puntos de tránsito de indocumentados. En Nueva York, unos 200 empleados de la limpieza en los aviones se habían declarado brevemente en huelga en el aeropuerto de La Guardia el miércoles, preocupados por los riesgos que pudiesen correr.

En Europa, las bolsas se desplomaban el viernes, encabezada por Fráncfort, que perdió 2,4% lastrada también por los temores provocados a un estancamiento de la economía alemana. En un suburbio de París un edificio público fue totalmente cerrado durante una hora y media el jueves por una falsa alarma después que un joven africano, llegado de Guinea, se sintiese mal. Y Londres decidió reforzar las pruebas de ébola en sus dos aeropuertos y el terminal del tren de alta velocidad procedente del continente europeo.

El viernes, la ministra española de Sanidad, Ana Mato, anunciaba una revisión de los protocolos de seguridad, entre ellos una rebaja del umbral de la fiebre de control a 37,7º en lugar de los 38,6º establecidos hasta ahora, mientras numerosas personas que estuvieron en contacto con Teresa Romero pedían ser ingresada voluntariamente pese a no tener síntomas. «Cualquier persona que haya estado en contacto con un enfermo de ébola está inquieta porque no puedes saber si algo ha ido mal», decía a la AFP en Madrid una enfermera que trabajó con el primer misionero repatriado.

Según Elvira González, del sindicato madrileño de técnicos de enfermería, «ha habido muchas renuncias» entre el personal de La Paz-Carlos III por considerar que disponen de un material y una formación insuficientes. Ni el hospital ni el ministerio de Sanidad quisieron confirmar esta información. «Hay una investigación abierta sobre los posibles fallos que se hayan podido cometer», afirmó Mato. «Vamos a estar trabajando 20 horas al día, 24 si son necesarias (…) para que esto no vuelva a suceder en nuestro país», aseguró.

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