Washington parece necesitar enemi- gos para existir y si no los tiene los crea
Se habla de un “efecto boomerang”- arma de los indígenas australianos hecha con láminas de madera curvada que al lanzarse con un movimiento giratorio hacia adelante es capaz de retornar al punto de partida – cuando se toman acciones con capacidad de provocar reacciones similares.
Algo así se observa en el escenario internacional donde no obstante estar todos sufriendo efectos mortales de una pandemia brutal ante la cual se ha preferido la confrontación, más que la cooperación, viabilizando un mayor efecto viral y cohibiéndonos de prepararnos adecuadamente para una próxima pandemia que el mundo científico asegura que podría venir. Como si fuera poco la tragedia que golpea a la humanidad, los Estados Unidos se muestran incapaces de contener la vocación guerrerista que recientemente criticaba el expresidente Jimmy Carter.
Para su existencia Washington parece necesitar enemigos y cuando no los tiene los crea. ¿Busca justificar su presupuesto militar y gigantesca maquinaria militar industrial? Por obra y gracia de su política internacional identifica a China como “amenaza” y la trata como tal.
De su “guerra comercial” y campaña anticientífica sobre el coronavirus, de su nebulosa defensa de derechos humanos y de cualquier otra campaña que les parezca apropiada para desprestigiar a China, sin importar cuan ridícula pueda resultar, han pasado directamente a amenazas de corte militar.
Aunque desde Beijing no se han escuchado amenazas, en Washington y capitales afines se habla de una China “cada día más agresiva”. Cuando China defiende la integridad nacional es “autocrática”, si la defienden España o Gran Bretaña son “democráticos”.
Barcos de guerra estadounidenses navegan desafiantes por mares adyacentes a China, arman a Taiwán adoptando acciones que pudieran “confundir” a esa “isla rebelde”, integrante de China, reconocido en tres declaraciones conjuntas EEUU – China y sabiendo que la independencia constituiría una declaración de guerra, que Beijing, ciertamente, no ha dejado dudas, mientras reiteran su disposición a resolver el problema pacíficamente, ni la presidencia norteamericana ni el Congreso evitan acciones provocativas.
Por el contrario naves militares chinas no navegan por el Caribe, ni el Golfo de México ni por las cercanías de Hawái. La real amenaza china es su desarrollo económico por lo que Biden dijo que evitaría que “China se haga rica”.
No obstante, el Pentágono acaba de anunciar maniobras con 25 aviones F22, de quinta generación, en inmediaciones de Hawái para “enviar un mensaje a China”.
En medios internacionales circula un artículo de un “especialista”, con “información estratégica”, asegurando que satélites espías norteamericanos han detectado en Xinjiang el emplazamiento de nuevos misiles intercontinentales (la misma provincia donde casualmente ningún satélite ha ubicado los campamentos del genocidio contra los uigures).
Biden acaba de decir que los ataques cibernéticos pueden llevar a EEUU a “caer a tiros a una gran potencia”. China junto a Rusia han sido acusadas. ¿Para quién serán los tiros?, porque ni en la Luna ni en Marte hay hackers. ¿Fue broma hablar de atacar a superpotencias o hay vocación suicida?
Constantes informes de inteligencia estadounidense insisten en que China “incrementa capacidades militares aceleradamente”. No dudemos sea cierto en un país donde crecientes amenazas inevitablemente están provocando un “efecto boomerang”.