El egoísmo en el ser humano del siglo XXI

El egoísmo en el ser humano del siglo XXI

La abundancia de los medios de comunicación instantánea ha permitido que el ser humano se descubra a sí mismo y se convierte, sin darse cuenta, en portador de ideas e inquietudes de su propia existencia. Las difunde sin temor para darlas a conocer como sus verdades para influenciar en sus semejantes.
A finales de un año e inicio del nuevo, las inquietudes cerebrales, ayudadas por los medios modernos de las comunicaciones, estimulan el pensamiento, y sin temores, plasmamos por escrito las ideas que antes permanecían guardadas y hasta desaparecían con el desvanecimiento del cuerpo debido a la fugacidad de la vida.
Ahora existe la certeza de que todos podemos dar a conocer las íntimas inquietudes, plasmándolas electrónicamente para difundirlas y enterar a los semejantes. Es una acción necesaria cuando se enfrentan los embates de la disolución del núcleo familiar, que hasta hace 20 años, era algo sagrado y esencial para la buena armonía en la sociedad.
Todas esas inquietudes son más abundantes a finales de cada año e inicios del siguiente. Todos nos sentimos azuzados por una urgencia de plasmar lo que se piensa para la posteridad en medio del ambiente festivo y de amistad de las Navidades. Además, estimulados por las fiestas hay un cambio de actitud hacia el amor, e imbuidos por el espíritu de la temporada, nos permite a todos a dar a conocer esas ideas que se alojan muy adentro en los entresijos del cerebro, dominado por la urgencia de difundir en una pantalla o en un papel las inquietudes que nos golpean para airearlas de la forma más asequible a cada viviente.
El ser humano ha cambiado en el presente siglo. Estimulados por la urgencia de lograr los medios para vivir mejor. No importa a quien se atropelle, ya sea uno de los progenitores, o hermanos o vecinos. Es que todos actuamos con un individualismo egoísta ya sea pasando por encima de la familia y de los vecinos. Todos vivimos en nuestro propio mundo. Se buscan los recursos y cosas para vivir mejor en una sociedad donde la solidaridad ha desaparecido imperando el egoísmo, el deseo de aplastar al semejante aguijoneados por lo que nos da la modernidad para vivir mejor y ostentosamente.
No importa el ambiente donde se haya nacido. En el transcurso de la vida, y asediado por una feroz propaganda de obtener los medios para disfrutar lo que se nos brinda por los medios de comunicación como una exigencia de sobresalir estimulando de las formas más diversas de buscar el dinero para alcanzarlo. No nos debe extrañar el aumento de la delincuencia, del auge de las drogas que hace ricos a muchos países y sus sociedades. Estas se desarrollan de forma increíble pero aumenta el abismo de la pobreza entre los que no gozan de los beneficios que reparte ese negocio y de los encadenados en los cinturones de miseria.
Al romperse el núcleo familiar, y los sistemas de la educación dominicana tan deficiente que ha colocado al país en los últimos lugares de evaluación hemisférica de la educación, ha empujado a cada miembro forjarse su propio destino acaparando a como dé lugar lo que esté a su alcance, sin importar el atropello que se cometen contra sus familiares, amigos, vecinos y hasta sus compañeros políticos que un momento los protegieron y lo llevaron a disfrutar de las prebendas del poder.
Con los estilos de ahora, y dejando de lado los sentimientos filiales para con los progenitores y hermanos, nos convertimos en islas en medio de un exceso poblacional que revienta las vías de comunicación y se vuelven inalcanzables otros recursos, que mal distribuidos, ha formado un conglomerado social carente de sentimientos. Tan solo el egoísmo impera y ya las ideas de ayuda a los semejantes han desaparecido mientras no se llegue a satisfacer sus ambiciones.
La atracción del negocio de las drogas ha cambiado la fisonomía de los pueblos dominicanos y de su gente. El principal negociante de drogas en cada pueblo es el personaje que pese a ser rechazado es envidiado, admirado y buscado para lograr beneficios de sus generosos bolsillos. No escatiman en proporcionar recursos a quienes lo buscan para una necesidad personal o de común interés para cubrir una necesidad comunitaria del barrio. Se les ve apadrinando clubes deportivos, sociales y hasta las fiestas patronales se contaminan con ese dinero de los dueños del pueblo gracias a su opulencia por el tráfico de drogas y contrabando de mercancías. El país es el mejor puente para hacerlas llegar a Estados Unidos, es el mercado de mayor consumo mundial. Tal es la sociedad mundial en el siglo XXI en donde el egoísmo es la bandera y los dominicanos no podíamos estar ajenos a esa corriente.

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