El egoísmo social en el siglo XXI

El egoísmo social en el siglo XXI

La marca país de los dominicanos en el siglo XXI es de una sociedad egoísta, fruto de las ambiciones, y por el afán de lucro, para conformarla atrapada en la moda del siglo. Todo el mundo trata de lograr prebendas y arrollar a los demás con tal de alcanzar los objetivos de disfrutar de riquezas. Y no importa el origen y a quién se llevan por delante.
Culpa de ese descalabro de los valores cívicos y morales de antaño es en parte por ver el accionar de la clase política. Desde la Separación de Haití, la clase política actúa con una patente de corso para dilapidar los recursos públicos. Ellos, los políticos, apoyados en sus posiciones, extorsionan al sector privado, necesitado del consumidor para desarrollar sus actividades con un mínimo de seguridad legal y de transparencia por igual.
La comunidad dominicana a todos los niveles económicos está impactada por la desesperación de sus integrantes. Estos, angustiados, por el afán de no quedarse fuera para poder alcanzar parte de las bonanzas prometidas. Estas son ofrecidas por los detentadores del poder por los más diversos medios legales e ilegales. Y son arrebatados por la ciudadanía para lograr alguna porción del bienestar pregonado como se estila con una avalancha saturante de las bondades del gobierno y su partido por todos los medios de comunicación.
El siglo XXI se ha convertido en el período de la historia en donde la solidaridad es ya un artículo de lujo. Prima sobre todo favorecerse uno, y luego, si hay tiempo, compartir en algo con el más necesitado. Esto ya se deja sentir en el ambiente de convivencia barrial y social. Aun cuando ahora en Cuaresma todavía se reparten e intercambian en los barrios populares las soperas de habichuelas con dulce entre los vecinos. Incluso el apoyo en las enfermedades y desgracias ha ido disminuyendo esa solidaridad tan singular entre los dominicanos en especial entre los de más bajo nivel social. Cada quien procura asegurarse su bienestar. Y en otro nivel social y económico se da el caso de la convivencia inexistente en los residenciales y en las torres en donde los vecinos apenas se conocen. De ahí la frecuencia de las discusiones por los parqueos terminando en desgracias lamentables.
Son áridas las relaciones actuales donde se ha perdido el calor humano de otras décadas. Antes estaban orientadas por las relaciones personales sin la modernidad de los medios electrónicos de comunicación. Ahora se lleva a casi cada ser humano a aislarse en su mundo con su celular. Ya una reunión en familia o con amigos es un aislamiento de cada quien imbuido en su Smart phone, tableta Android o el celular más sencillo.
El fenómeno social del aislamiento comunicacional no es una prerrogativa isleña de una pequeña nación en el Caribe, sino que es una avalancha social que arropa a todos los conglomerados humanos en todos los continentes e islas de la Tierra y de las más diversas condiciones sociales y económicas.
Ya la difusión, por el uso masivo de los celulares y otros sistemas modernos de comunicación personal, está haciendo innecesario la lectura física de los periódicos y hasta los libros están afectados por lo que se lee en una computadora con el Google y demás facilidades. Ahí los juegos para los niños y adolescentes tienen un papel esencial para ir moldeando y creando un ser humano egoísta y egocéntrico. Esta encerrado en sí mismo, y lo de el, es prioritario dando lugar a lo que se vive en las comunidades por las agresiones fruto de los rencores intrafamiliares. La agresión a la mujer ocupa un lugar importante en el esquema machista que todavía pervive en muchos sectores. La aspiración y la urgencia es alcanzar el bienestar con el cual se inunda por los medios de comunicación a todas horas al cerebro de la gente. Esto impulsa a desatar instintos de agresión por estar impulsados por la necesidad de buscar más dinero para gastar más por las precariedades económicas.
El humano del siglo XXI ya tiene sus características propias, aparte del egoísmo, arrastran una inconformidad cuando siente que no puede alcanzar el nivel de bonanza de otros semejantes y amigos los cuales, muchos de ellos estaban antes en un nivel social por debajo y gracias a sus relaciones y amigos políticos se ven catapultados a un nivel muy por encima de su vecino de barrio, lastrado en su pobreza y generando de esa manera esas frustraciones de no sentirse realizados. De esa manera, desde ese momento, se siembran los gérmenes para la inconformidad para una posible agresión intra familiar y por lo general termina en la eliminación física de la pareja y hasta de los hijos.

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