El ejemplo

El ejemplo

Los restos del Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez fueron depositados en el Panteón Nacional, que lejos de ser un espacio patriótico es un lugar de controversia, dada la calaña de personajillos que la historia colocó en el lugar adecuado en el momento preciso y luego sus acciones desdorosas los hicieron ensuciarse fuera del cajón.

Nos acusan de ser un pueblo olvidadizo y proclive a perdonar, pienso que somos generosos con nuestros connacionales, permisivos si se quiere, lo que en muchos casos es un error.

A veces pienso que fue un acierto separar los restos de la Padres de la Patria de los de algunos malhechores entrados a la fuerza en el Panteón Nacional, como si se tratara de una acción de clandestinaje histórico.

Un país donde a los traidores se les coloca en primera fila, como si sus acciones hubieran sido inscritas en los anales nacionales como oro de buena ley, hay que por lo menos, dejar constancia de que muchos sabemos que “estamos juntos, pero no reburujados”.

Sabido es que el General Pedro Santana y Familia fue la primera espada de las guerras de la independencia, por eso se le perdonan los errores cometidos contra los gobiernos que derrocó en un afán enfermizo por manejar los hilos del poder político.

Ese General Pedro Santana y Familia cuyas glorias militares fueron empañadas para siempre por su acción antipatriótica de entregar la soberanía nacional a la corona española, provocó la primera gran guerra por la restauración de la República, la segunda fue la resistencia armada de 1965 contra el invasor norteamericano cuyas botas sucias de sangre hollaban el suelo patrio.

El Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez fue el precursor de la resistencia al golpe de Estado de 1963, al formar el núcleo de lo que se convirtió, con su esfuerzo y tesón, en el germen del Movimiento Constitucionalista al cual se integraron cientos de militares democráticos y millares de civiles.

Fernández Domínguez fue la tea que iluminó la oscuridad y el desamparo que envolvió a la sociedad dominicana cuando nuestras propias Fuerzas Armadas actuaron como ejército de ocupación de su propio territorio.

Independientemente de mi voluntad también los restos del Presidente del Gobierno en Armas de 1965, Francisco Alberto Caamaño Deño, serán llevados al Panteón Nacional.

Lo importante no es que soldados que parecen sacados de un libro de caricaturas con uniformes que nunca usaron las fuerzas patrióticas al enfrentar el enemigo de la Patria usen un lujoso armón de caballería para conducir tan ilustres restos a tan disminuido lugar, lo importante es que esos muchachos militares, dominicanos de uniforme, imiten el ejemplo de honestidad, integridad, patriotismo y valor, de hombres como Fernández Domínguez y Caamaño Deño.

 

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