El recién fundado Teatro el Duende presentó en la Sala Cristóbal de Llerena de Casa de Teatro, la obra de Ramón Madaula “El Electo”, con una variación en el título “El Elegido”, y un cambio en los personajes, el psiquiatra por una psiquiatra, lo que no cambia la esencia del texto. La obra fue dirigida por Raúl Martín y protagonizada por Richardson Díaz y Karina Noble.

La obra de Madaula es una comedia reflexiva pero no una comedia ideológica, es una sátira a la clase política de cualquier lugar, “El Elegido” puede ser un político de nuestro entorno y más allá, y como toda comedia busca entretener, hacer reír o sonreír al público.

El argumento narra los momentos vividos por el Presidente “El Elegido” o el “Electo” –aun no juramentado-, cuando intenta ensayar el discurso que dirigirá a la nación, pero tras las primeras palabras un picor en la nariz le impide seguir, amenaza con arruinar su discurso, el pánico se apodera de él y entonces su equipo –solo mencionado-, decide contratar una psiquiatra que intentará a través de una terapia psicoanalítica, descubrir la causa de sus miedos en momentos específicos.

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Se inicia entre ellos una interesante batalla dialéctica, cargada de un humor ácido, absurdo por momentos, que deberá conducir a la raíz del problema. La psiquiatra poco a poco y luego de vencido el escepticismo de “El Elegido”, logra que surjan las contradicciones que marcaron su vida, sus secretos, los traumas de la niñez y su inseguridad. Conocemos entonces al niño maltratado por su familia, y al padre que paradójicamente buscaba progresar en su negocio para sacar adelante su familia, aunque esto significara un alejamiento de los hijos, y la inseguridad del futuro Presidente, que no obstante, logra sorprender a su propia familia. La psiquiatra es un personaje un tanto caricaturesco; durante la terapia también asoman episodios de su interesante vida.

La puesta en escena elaborada por Raúl Martín, apuesta a la intensidad del texto, y a los recursos actorales de los intérpretes, dentro de un espacio escénico desprovisto de artilugios, solo dos sillas, minimalismo que nos remite a Brook o Grotowski, -menos es más- el actor es elemento primario, único e insustituible.

La música vibrante envuelve la sala, aparece en el proscenio con camisa descompuesta y cuello abierto, “El Elegido”, interpretado por el actor Richarson Díaz. Inicia el ensayo de su discurso, el tic nervioso se apodera de él, su cara se va transformando con una mímica estupenda.

Entra a la escena la psiquiatra, –Karina Noble– elegantemente ataviada, y poseída de su personaje, transmite ese aire de suficiencia; los diálogos entre ellos, sustancia dramática de la obra, así como los pequeños monólogos, le permiten a cada uno dar rienda suelta a un gran histrionismo en perfecta sintonía con sus personajes, logrando entretener y cautivar a la audiencia.

Hay escenas impactantes, la psiquiatra le ordena al “Elegido” matar metafóricamente a sus padres para liberarse; Richardson Díaz, obnubilado, logra un momento estelar y con rabia no reprimida estruja unas hojas de papel, -símbolos de los padres- y las tira al piso, pero no es suficiente para la psiquiatra y le ordena pisarlas, para definitivamente acabar con el trauma, mientras ésta se regodea en su sapiencia. Karina luce estupenda, consigue con su terapia una excelente empatía con Richardson y también, conquistar al público.

La escena final nos muestra al “Elegido” vestido correctamente, posesionado de su cargo, convencido de su poder, de que él es el que manda, ¿Acaso funcionó la terapia? o simplemente es un convencimiento de todos aquellos que llegan a la cima. Richardson Díaz transmutado, logra impactar.

El director Raúl Martín con acierto, pauta la acción a un ritmo sostenido con pequeños climax, las luces y la música son elementos relevantes, que contribuyen a esta excelente puesta en escena. Otro acierto del director es el haber elegido a dos magníficos actores. Esperamos una nueva convocatoria a elecciones, para que acuda un mayor número de votantes y celebrar el triunfo de “El Elegido”.