El emigrante

El emigrante

En los últimos años la prensa dominicana se ha hecho eco de los viajes ilegales que en ocasiones son frustrados por las autoridades costeras, tanto de la República Dominicana como de la vecina isla de Puerto Rico. Asimismo, ha reseñado aquellos viajes que no han logrado atravesar las turbulentas aguas que cubren el Canal de la Mona, lugar donde nuestra juventud sirve de alimento a los tiburones.

Y frente a este drama, me pregunto: ¿la emigración ha sido siempre una vía de escape inteligente para cambiar la calidad de vida? Aparentemente no es la mejor. Las alternativas de superación se alejan, mientras que algunos entienden que esta es su única salida. En la historia de la humanidad, las personas, actuando por necesidad, se han visto obligadas a trasladarse de un territorio a otro, sea por los medios que tiene a su disposición o por aquellos que crea su ingenio.

Se dice que el hombre prehistórico era nómada, toda vez que cambiaba con frecuencia de lugares para tratar de satisfacer sus necesidades. Estos nómadas, después de haberse cansado de tanto andar, optaron por asentarse y formar tribus sedentarias. Fue así como se inició el cultivo de la tierra. Este cambio de nómada a sedentario no modificó la visión del hombre para seguir buscando otros horizontes.

En época más reciente, los inmigrantes que llegaron a la Hispaniola, lo hicieron en momentos en que su nación se encontraba en una guerra para liberarse de los turcos. Este acontecimiento provocó en España una crisis económica, impulsando así a la Corona a buscar medios para continuar con su propósito de emancipación. Se esparció la idea de que llegando a las Indias se encontraría abundante oro y otras riquezas que ayudarían la causa de liberación de la Madre Patria. Esa es la génesis de la empresa de Colón para la conquista de nuevas tierras, acontecimientos que provocó un hito histórico de lo que posteriormente se llamó el «Descubrimiento de América».

Es evidente que tanto los españoles como los ingleses, así como otras naciones, tuvieron en principio objetivos estrictamente económicos en sus empresas de ultramar. La nación dominicana también ha enfrentado considerables dificultades en el transcurso de los últimos tiempos. Nunca antes una crisis como la actual ha golpeado a todas las clases sociales. El descenso de la calidad de vida y esperanzas impulsa a nuestros jóvenes a violar las leyes de migración, a no temer por cruzar clandestinamente los cordones de seguridad de los puertos y aeropuertos del país. En fin, para todo aquello que implique riesgos para sus propias vidas.

La falta de fe en el porvenir de su patria motiva a la juventud pujante a la emigración, en razón de que entienden que su única alternativa es dirigirse a otras latitudes que les ofrezcan cierta estabilidad económica. Nuestros políticos deben presentar un proyecto de nación que satisfaga las expectativas de la juventud. Sin este importante sector de nuestra población, que encarna el futuro, resulta imposible concebir serias expectativas de estabilidad social y prosperidad económica.

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