El encanto de Doña Renée

El encanto de Doña Renée

La conocí a las diez de la mañana de un día del año 1981, en una rueda de prensa celebrada en el local de CONANI, ubicado en esa época en la avenida Independencia, en una casona amplia donde previamente operaba el Instituto Cultural Dominico Americano.

En esa rueda de prensa, doña Renée, llena de entusiasmo, anunció la donación de una planta procesadora de leche que le había donado al país el gobierno de Suecia y que serviría para la leche que necesitaban los niños amparados en el Consejo Nacional para la Niñez-CONANI- la marca que nos legó y que perdurará mientras llega la justicia social esperada por ella también.

Siendo reportera me tocó llegar temprano a la rueda de prensa, y confieso que esa señora me encantó. Su trato amable, sencillo, su compromiso con la causa que asumió eran verdaderamente impresionantes. Pertenezco a una generación en la que solo conocimos dos primeras damas: doña Carmen, por solo 7 meses, y doña Renée que para muchos fue nuestra primera, primera dama, o la primera dama de la democracia.

Cuando asumió la defensa de la niñez, su intención no fue la de crear una marca ni nada parecido, simplemente entendía que a los niños había que dedicarle mucha atención porque eran y siguen siendo los protagonistas del futuro.

El año 1979 fue definido por la ONU como el Año Internacional de la Niñez. Ese año quedaron definidos los derechos de los niños, lo que coincidió con la realización de los sueños de doña Renée, que había asumido como primera dama el año anterior.

Sabemos que el arribo al poder del PRD en 1978 constituyó un gran salto en el desarrollo de la democracia en este país. Ya no tuvimos más presos políticos, ni dominicanos exiliados, ni madres llorando la muerte de sus hijos en cualquier barrio por el simple hecho de no estar de acuerdo con la represión de los 12 años de un régimen que se resistía a instaurar la democracia.

La llegada al poder de don Antonio Guzmán y su esposa doña Renée vinieron como un bálsamo a calmar los dolores y las ansias reprimidas de libertad que tras 31 años de dictaduras y sus remanentes, retrasaron el proceso del desarrollo institucional del país.

Para muchos jóvenes era la primera vez que había una primera dama, porque el presidente Balaguer no tenía esposa. Entonces con doña Renée y don Antonio estrenamos lo que era un matrimonio en el Palacio en tiempo de la democracia.

El carácter sereno, apacible y sencillo de doña Renée siempre inspiró respeto. Quienes estábamos en los medios de comunicación tenemos que decir que todo el pueblo la respetó, nunca escuché a alguien hablar mal de esa señora; todo lo contrario, el asumir la protección de los niños la elevó al más alto nivel de admiración, la cual mantuvo hasta este fatídico miércoles cuando nos dejó para pasar a otra dimensión, porque las personas como ella son eternas.

Su trato amable y su tierna sonrisa irradiarán por siempre en nuestro suelo, y su obra trascendente quedará como un gran legado y ejemplo de compromiso y apego a los valores que la adornaron y que hicieron de ella un ser especial.

Tras su muerte seguimos descubriendo su profundo amor y su apego a los principios de la democracia. Como mujer es un referente y como primera dama llenó de dignidad la casa principal de la República, el Palacio Nacional.

Hasta siempre, doña Renée.

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