El endoso del Presidente

El endoso del Presidente

El último acto reeleccionista del presidente Fernández coronan estas tres semanas de un mes político que nos retrotrae a los más sórdidos tiempos del macheterismo dominicano, que tanta tinta le ha permitido derramar a los más conspicuos exponentes del pensamiento pesimista de este desafortunado país.

En ese acto, el Presidente reunió a sus más fervientes servidores, para recibir de estos   dos millones de “firmas” que apoyan su repostulación a la Presidencia de República, las que dijo endosaba a su partido como “garantía de su próximo triunfo electoral”. No dijo si esa “garantía” sólo la aseguraba una repostulación suya o si era una patente de corso, en caso de no lograrla, para imponer su candidato o someter a la extrema obediencia a cualquier otro que lo fuese.

Calificar el acto como una acción propia de la una democracia plebiscitaria que  parece estar sólo en su cabeza o simplemente el hecho de hacerlo, obliga a pensar que efectivamente, contra toda razón, parece que  se lanzará a la absurda aventura de su repostulación.  Algo sólo posible en un partido que ha dejado de ser tal, porque sus militantes se han plegado a la lógica de los intereses de su jefe máximo y se han resignado a una abyecta condición de eternos subalternos. Caudillismo conchoprimesco.

Si, finalmente, en la próxima reunión del comité político de su partido el Presidente dice el sí que le pidieron sus servidores/seguidores en el acto de marras, podríamos estar ante la consumación definitiva de su caudillaje indiscutido en su partido o ante el inicio de la expresión abierta de la sorda y asombrosamente auto reprimida oposición a sus concepciones sobre el poder, sobre la política y forma de gobernar que tienen los seguidores de la corriente partidaria más importante dentro y fuera del partido: la de Danilo Medina.

El partido tiene en el endoso del Presidente una papa caliente, porque está claro que no basta que la mayoría de su dirección acepte la repostulación, es necesario que se salve el impedimento legal/institucional y más que estos, que se salven los escollos de una decidida oposición de una parte del partido, la facción  anteriormente señalada, ante tal despropósito. La clase política dominicana, salvo honrosas excepciones, ha dado muestra de ser impúdica hasta la náusea, pero resulta difícil pensar que Danilo y su gente se rendirá ante unos hechos tan inescrupulosamente provocados.

La cuestión es que el acto reeleccionista del domingo pasado, independientemente de las consecuencias que tiene para el PLD, de por sí es como la leche derramada que ya no se puede recoger, constituye un desafío y un intento de avasallar a un amplio espectro de la vida económica, política e intelectual de la sociedad dominicana que lo ha repudiado y un ridículo y una vergüenza del país ante los ojos de legaciones extranjeras radicadas aquí.

La pasividad ante tan temerario  desafío constituiría un acto de inexcusable pusilanimidad, se requiere pues recurrir a la resistencia y determinación con que este pueblo ha enfrentado y vencido las más calamitosas situaciones a lo largo de su historia.

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