El enlace real dará nuevo impulso a la monarquía británica

El enlace real dará nuevo impulso a la monarquía británica

Londres, (EFE).- El enlace entre el príncipe Guillermo y Kate Middleton, percibidos como una pareja atractiva y moderna, dará nuevo impulso a la monarquía británica en los años venideros siempre que se muestre duradero y rompa con la tradición de divorcios y separaciones reales de las últimas décadas.

 Así opina el analista político y director de la empresa de encuestas YouGov Peter Kellner, quien sostiene, en declaraciones a Efe, que la boda del 29 de abril, aunque tendrá un impacto puntual en la política del país, será sobre todo beneficiosa a largo plazo para la propia familia real británica, «si es que dura». «

La historia de la realeza británica en los últimos 40 años ha sido desastrosa en cuanto a sus relaciones personales, con multitud de separaciones y divorcios, como los de Margaret (la hermana de la reina Isabel II); Andrés (segundo hijo varón de la soberana) y Carlos (primogénito y heredero al trono)», señaló.

«Si hay una voluntad nacional en este caso -dijo el analista y periodista- es que el enlace entre Guillermo y Kate sea duradero, y que el príncipe tenga ocasión de disfrutar de su matrimonio y formar una familia antes de subir al trono». Este deseo de que el joven tenga tiempo de asentarse antes de asumir la Corona queda reflejado en el último sondeo de YouGov sobre la monarquía publicado este mes en la revista de actualidad política «Prospect».

La encuesta muestra también que, por primera vez en mucho tiempo, la mayoría de los británicos (45%) quiere que el príncipe Carlos sea el sucesor de Isabel II, y no su hijo Guillermo (37%), segundo en la línea de sucesión.

Si bien la boda es una buena noticia para la familia real -la cual, según Kellner, «desde que se reinventó en el siglo XIX con la reina Victoria siempre ha sabido adaptarse a los tiempos para evitar su abolición»-, no parece que vaya a tener un impacto significativo en la política del país, «con una excepción».

Y esa excepción es que tendrá lugar precisamente seis días antes de las elecciones municipales en Inglaterra y a las asambleas de Irlanda del Norte, Escocia y Gales, y también del referendo sobre la posible reforma del sistema electoral en el Reino Unido.

«Toda la fanfarria que rodeará al casamiento perjudicará a las campañas electorales -dijo el analista-, y lo que más se resentirá será el apoyo a un cambio en el sistema electoral», una reforma por la que aboga el Partido Liberaldemócrata de Nick Clegg, socio de gobierno del Partido Conservador, que encabeza el primer ministro David Cameron, quien se opone al cambio propuesto.

Lógicamente, si gana el «no» en ese referendo saldrán beneficiados los «tories» de Cameron, apunta por su parte el sociólogo de la universidad inglesa de Oxford Stephen Fisher.

No obstante, pese al posible efecto en esa consulta y tal vez en la participación en los comicios municipales, el impacto político de la boda será «circunstancial», añade.

Aunque los británicos se distraigan momentáneamente de sus preocupaciones, como las dificultades económicas por los recortes gubernamentales o las guerras en Libia o Afganistán, el casamiento «no les hará olvidar que ahora pagan más impuestos y tienen menos prestaciones sociales, si no están ya en el paro».

Según el sociólogo, otro aspecto a tener en cuenta es que, junto a los festejos y celebraciones, el 29 de abril, declarado por los «tories» día festivo, podría haber manifestaciones de protesta e incluso huelgas, tal como han indicado los sindicatos.

En cuanto a los efectos a largo plazo, el enlace de Guillermo y Kate puede replantear en el Reino Unido el debate sobre la necesidad de reformar la ley de sucesión -que favorece a los hombres-, en caso de que su primogénita sea una niña. Según Kellner, lo que también puede plantearse pero tiene menos posibilidades de resolverse es la modificación de la «obviamente absurda» -según dice- ley que prohíbe a los monarcas británicos casarse con católicos (pero no con miembros de otra religión).

«Aunque cambiar la ley sería relativamente fácil, hay muchos asuntos colaterales que hacen que no haya tantas ganas de abordar el tema, como el hecho de que habría que revisar el papel del rey como jefe de la Iglesia Anglicana. Sería abrir la caja de Pandora», advierte. EFE

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