El carismático presidente de Brasil, Luiz Inácio (Lula) da Silva, sin lugar a dudas una de las estrellas más brillantes en el escenario político internacional de nuestros días, declaraba hace poco que Brasil estaba cansado de ser pequeño. Para quien no sea avezado en la problemática mundial puede parecerle desconcertante esa declaración al saber de que ese gigante sudamericano es el quinto país más grande del planeta y también el quinto en población.
El problema es que a pesar de las enormes riquezas naturales, minerales, agrícolas, capacidad industrial desarrollada, ha sido visto como un país de segunda categoría. El país ha trabajado fuertemente para cambiar esa realidad y apunta ahora a convertirse, para el 2026, en la quinta economía mundial. En el corto plazo, tan pronto como para el 2011, ya habría sobrepasado a las economías de Gran Bretaña, Francia e Italia.
Los lideres brasileños afirman que ya se cansaron de ser el país del futuro y que ahora serán ya un país del presente. Están ya en el momento del gran salto para insertarse en una posición privilegiada del escenario planetario.
El país – y el gobierno de Lula – ha demostrado la posibilidad de alcanzar el crecimiento económico y reducir la pobreza. En los últimos seis años la clase media ha pasado de un 42.4 % a un 52.9 %.
Sus prioridades de inversión se han centrado en el petróleo, la construcción y en un tren de alta velocidad que una las ciudades de Río de Janeiro y Sao Paulo. Se proyecta poner en explotación las enormes reservas de petróleo y gas que se han identificado pero sin dejar de consolidar su matriz energética como una de las más limpias y renovables del mundo. Además, se considera que exhibe una de las posiciones fiscales más sanas.
Abarcando la mayor parte del Amazonas comprende la más grande cuenca del mundo con el río más caudaloso. La selva amazónica ha sido considerada como el gran pulmón del planeta pero ha venido sufriendo de un grave proceso de deforestación. Lula acaba de comprometerse que para el año 2020 el país habrá logrado reducir en un 80% ese proceso de deforestación. Sin lugar a dudas una enorme contribución a la lucha contra el cambio climático que el liderazgo internacional ha sabido apreciar y mirar con admiración.
Brasil acaba de ser incluido en la élite política mundial al pasar a formar parte del ahora llamado Grupo de los 20 junto con las principales potencias universales. En cuanto, finalmente, se apruebe la reforma de la ONU tiene que pasar a integrar el Consejo de Seguridad en condición de Miembro Permanente. Lidera el mundo de hoy y es un abanderado de mucha fuerza en reclamos de transformación de los mecanismos internacionales. Efectivamente, el gigante dejó de ser pequeño.