No queda ninguna luz roja por encenderse. El comportamiento de las economías  mundiales sigue siendo inestable, pero ya no son equívocas;  es claro que los altos precios en el petróleo y los alimentos llegaron para quedarse y también que hay poco margen en el G-7 para buscar soluciones inmediatas. También es claro que los países no productores de petróleo sufrirán primero y más profundamente los efectos de una crisis que algunos equiparan con la de los años 30 en el siglo pasado.

En ese entorno, nuestro país tiene algunas desventajas. La más obvia: no somos productores de petróleo. También somos una economía abierta y muy dependiente por lo que lo que sucede en los mercados internacionales nos afecta directamente. La caída en las remesas, la subida en los precios del petróleo, el deterioro del dólar, la inflación que se está generando en los grandes países, la posible reducción en el turismo, todo eso tiene un efecto negativo en nuestra balanza de pagos y en nuestra economía interna.

Sin embargo, al ser una economía pequeña podemos descubrir algunas ventajas en la situación actual. Una, el aumento de los precios del petróleo genera grandes recursos en los países productores que tendrán que buscar alternativas de inversión atractivas. Así, es importante aprovechar flujos de capitales que pudieran estarse generando; otra, al estar en la zona dólar, nuestro turismo deja de ser atractivo para los Estados Unidos, pero vuelve a hacerse relativamente atractivo para la zona del euro. Aún en un entorno de inflación, podemos construir ciertos nichos que combinen turismo e inversiones. Igualmente podríamos utilizar más creativamente los instrumentos financieros: renegociar de nuevo el perfil de la deuda y participar en los mercados de futuro petroleros, como también de nuestros propios flujos, como los del turismo. La crisis internacional es un hecho. El nivel de su impacto en nuestra economía, sin embargo, no está escrito en piedra. Dependerá de que aceptemos la necesidad de ajustes y políticas que aseguren la estabilidad. Estabilidad económica y social, son imperativos para salir airosos.