El error de Lula con la prensa

El error de Lula con la prensa

FINANCIAL TIMES
La libertad de expresión es una parte vital de la democracia, y no lo es menos en América Latina, donde las libertades políticas se restablecieron recientemente y se ha ido consolidando el régimen constitucional.

Por eso es más preocupante todavía que el gobierno de izquierda del presidente Luis Ignacio Lula da Silva haya considerado conveniente introducir propuestas autoritarias para regular el periodismo en Brasil.

La semana pasada, el gobierno propuso crear un consejo federal de periodismo y varios consejos regionales, encargados con la labor de “orientar, disciplinar y supervisar” a la prensa. Los periodistas, quienes ya deben tener un título para practicar su profesión en Brasil estarían sujetos a solicitar licencias y podrían ser sancionados si se consideraran culpables de “conducta inadecuada”.

El consejo aseguraría la observancia fiel de los “principios éticos”.

Si el proyecto se convirtiera finalmente en ley, se podría utilizar para restringir la libertad de los medios – en particular, su capacidad de investigar la corrupción y otras violaciones oficiales-.

Como dijera el periódico brasileño Folha de Sao Paulo el fin de semana, el consejo tendría “un enorme potencial para convertirse en instrumento mediante el cual se coartaría a los periodistas”. Incluso algunos miembros prominentes del Partido de los Trabajadores (PT), del señor Lula da Silva, como Cristovam Buarque, han criticado  el proyecto de ley por constituir “un paso hacia la censura”.

Peor aún, el presidente Lula da Silva indicó en declaraciones en defensa de la propuesta que él cree que el gobierno debería presionar por un tratamiento más positivo de las iniciativas oficiales y desafiar “el intenso peso de la información negativa”.

Después de una medida torpe algunos meses atrás para expulsar al corresponsal del New York Times -que finalmente fue desestimada- la propuesta sugiere que el gobernante PT todavía no se ha despojado de todos los vestigios de sus orígenes de izquierda dura. En verdad, todavía le falta asimilar por completo los términos de la sociedad abierta que dice haber acogido.

Por fortuna, los funcionarios parecen haber aceptado ya que el texto de la propuesta será objeto de “un amplio debate nacional”. En un mundo ideal, la regulación de los medios debería ser responsabilidad de los que leen, escuchan y ven los medios, y el castigo para los periodistas la pérdida de credibilidad. Los que resulten heridos por los excesos de la prensa deberían resolver el problemas en los tribunales. Y los que le pasen documentos confidenciales a los medios también deberían ser procesados, en aquellos casos en que se viole la ley.

La legislación que se ha propuesto en Brasil tiene que ser rechazada. Como dijo la propia asociación de prensa del país, de convertirse en ley el proyecto sería una afrenta a la libertad de prensa y resultaría sumamente dañina a la democracia brasileña.

El gobierno del señor Lula da Silva debería, por el contrario, concentrarse en desarrollar formas más sutiles en sus relaciones con los medios. Debería procurar influir en la agenda de noticias mediante una entrega de información eficaz, hábil y oportuna, en lugar de exigir un tipo particular de cobertura y amenazar con medidas autoritarias.

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TRADUCCION: Iván Pérez Carrión

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