El escandaloso derroche

El escandaloso derroche

Cuando los sueños de juventud apasionaban las mentes de aquellos, que pensábamos en una República Dominicana casi perfecta, jamás imaginamos los escándalos de derroche que este gobierno tiene como norma. En un país maniatado por la crisis global y por las prebendas de su clase dirigente, las cuales tienen indignada a toda la opinión pública y que además tienen al gobierno en unas cuerdas flojas en todas sus dependencias con sus dietas y asignaciones, nos hacen pensar que vamos directos a un pozo sin fondo, porque todo parece indicar que el sistema presenta abusos que ya no son admisibles y en medio de ese desastre nadie se atreve o se le ocurre ni por asomo excusarse ni tampoco se siente sensación alguna de presión ciudadana, que reclame una explicación o un cambio de conducta ¿Será miedo? Si fuera así estamos perdidos. El peor enemigo de la democracia es el miedo.

Si después de conocer este episodio, algún ingenuo o fuera del contexto en que vive la población dominicana, se le ocurriese proponer una subida de los impuestos para hacer frente al gasto público en lugar de trazar normas estrictas de austeridad, seriamos incompetentes para predecir lo que podría acontecer, porque se armaría tal revuelo que sus pocas o ningunas expectativas quedaran pulverizadas de inmediato en un acto sin precedentes.

Lo que necesitamos ahora es recuperar el porvenir, la paz, la estabilidad institucional, la confianza económica y la sostenibilidad en general y acabar por siempre con el derroche, porque el futuro se nos ha convertido en un problema en las sociedades actuales, porque tal vez la vía de solución sea una reforma política. Tenemos que volver articular la relegitimación de nuestras intervenciones, nuestra condición de producción y crecerían nuevos escenarios sociales de mayor complejidad e interdependencia y acabaríamos con la enorme carga de incertidumbre y contingencia, y además, ampliaríamos nuestros horizontes de pensamiento y acción. Necesitamos procesos que sean representativos de una gran innovación institucional; si nos proponemos lograr esto, entonces, no volverán a existir gobiernos derrochadores.

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