El escenario político pasa factura

El escenario político pasa factura

Intensa fue la depreciación del peso frente al dólar estadounidense durante septiembre. Después de depreciarse solo 2% en los primeros ocho meses de 2019, menos del 3% entre enero y agosto 2018, la estabilidad de la moneda mostró signo de romperse en los primeros veintisiete días de septiembre, su valor se alejó 2.13 puntos porcentuales más.
Cometen errores de bulto los que analizan el tema, incluyendo economistas, al no identificar factores detrás del repentino fortalecimiento del dólar, por lo que tampoco valoran las incertidumbres que reflejan y que es de esperar dicten la cotización. No consideran antecedentes estadísticos para hacer pronósticos de posible comportamiento de la cotización.
Los factores que presionan la cotización del dólar los agrupo, por un lado, en las compras de grandes cantidades de dólares pagando tasas que superan la media aplicada al grueso de transacciones. En el país surgieron con fuerza cuando en el sistema bancario de los Estados Unidos se reportó escasez de liquidez que aumentó del tipo interés de 2% a 10%. El pánico entre inversores estadounidenses no fue mayor por la rápida intervención de la Federal, inyectó 105 mil millones de dólares, lo que junto a la estrategia del Banco Central de colocar en el mercado un monto superior a 100 millones de dólares, desinfló la fuerte presión ocasionada por las compras marginales y ralentizó la depreciación del peso.
Y, por otro lado, consecuencias derivadas de la lucha por el poder político en el país que en intensidad aumentó en septiembre. Están fuera del alcance de la política monetaria, y desaparecerán cuando se anuncien los ganadores de las primarias del próximo 6 de octubre.
Ahora pasamos a considerar si es o no exagerada la depreciación de 4.13% hasta el pasado viernes cuando un dólar se cambiaba por RD$52.35, todavía lejos del 5.4% que proyecta el gobierno para 2019. Aunque es cierto, la mencionada (4.13%) depreciación del peso supera la tasa de inflación interanual de 1.99% hasta agosto, cuando se revisan las estadísticas históricas nos damos cuenta de que el diferencial no es extraño, ha sido normal que la tasa de depreciación del peso supere la inflación, de 2014 a 2018 en promedio el Índice de Precio al Consumidor aumentó 2.20% y 3.28% la depreciación del peso.
La cotización actual del dólar se alcanzó muy rápido en septiembre, todavía está por debajo del límite esperado, es necesario que baje el ritmo de depreciación, a nadie conviene pérdidas por razones ajenas al cuadro macroeconómico, muchas y dolorosas son las consecuencias negativas. Por ejemplo, el encarecimiento de las importaciones y el aumento de la deuda externa en dólares, podrían acarrear fuga de capitales por la pérdida de rentabilidad de las apuestas de inversores.
La buena noticia es que nuestro peso ha superado peores embates internos y externos, como la masiva entrada de capitales en Estados Unidos que reforzó el dólar y devaluó importantes monedas latinoamericanas. El peso no estuvo entre las víctimas, gracias a la credibilidad ganada por el Banco Central, que con dosis de ingenio logró controlar los principales precios macroeconómicos, explica por qué los inversionistas de manera reiterada dieron espaldarazo renovando la totalidad de los títulos de renta fija. Ahora sucede lo mismo.