El escritorio, distinción y personalidad

<p data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2007/01/FBC28480-D4ED-4A4F-B52C-3B2CBD0DA7B7.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=460 data-eio-rheight=294><noscript><img
style=

El escritorio, alma de un estudio, ocupa un espacio predominante en el hogar. En una esquina del salón o del dormitorio se puede armar un espacio luminoso, acogedor y elegante desde donde realizar las tareas de estudio, de trabajo o domésticas.

Sobre un escritorio se han pactado guerras y treguas, se han construido imperios e industrias, se han escrito cartas de amor y misivas de toda índole. Es un mueble destinado a los quehaceres diarios, a las responsabilidades y compromisos, desde donde se despachan los asuntos del trabajo y el hogar.

Y pese a que la tecnología ha sustituido a la pluma y al tintero por modernos computadores, el escritorio sigue más vigente que nunca, siendo una pieza clave dentro del mobiliario doméstico. Además de ser un objeto muy útil, y en unos casos necesario, una bella mesa de escritorio es una joya muy valorada en decoración.

Hay muchos tipos de escritorios, pero sin duda los muebles ingleses del siglo XIX son un clásico. Actualmente, cuando la moda apuesta por la fusión de pasado y presente, antiguo y moderno, se reivindica el gusto por el estilo victoriano, que se amolda muy bien a los espacios modernos.

Estilo victoriano

La época victoriana, que toma su nombre del largo y prolífero mandato de la reina Victoria de Inglaterra, marcó un hito en la historia de Gran Bretaña. La bonanza de la revolución industrial y la elegancia de la época se trasladó a los muebles, de talla fina, elaborados con la mejor madera, con unos terminados exquisitos.

La era victoriana, entre 1837 y 1901, se considera la cúspide de la revolución industrial británica, cuando se sustituye la mano de obra por la maquinaria en la industria. Dicho período alteró el estilo de vida de la población británica y repercutió en gran parte del mundo, en todos los aspectos, inclusive la decoración.

A partir de 1830, el diseño de mobiliario en Inglaterra dejó de tener un único estilo. Los dictados de la época «Regency» o Imperio Inglés -desarrollado en Inglaterra entre 1811 y 1820, bajo el mandato de Jorge III- dejaron paso al gusto por la evocación de estilos más antiguos y la libre interpretación de ellos como el renacentista, gótico, isabelino (Isabel I de Inglaterra) o rococó.

Durante la era Victoriana, se produjo un retorno a los estilos de los muebles británicos tradicionales. El Tudor y el Falso-Gótico alcanzaron mucha popularidad. Por su parte, la arquitectura sufrió una regresión hacia la elegancia extravagante, mostrando características de diseño medieval itálico con formas sobre elaboradas de decoración.

En el caso de los escritorios, éstos normalmente tenían cajones en sus laterales, tapas forradas en cuero y se equipaban con todos los elementos de trabajo necesarios, tinteros, carteros, pisapapeles, cajas, cajones, lupas, secantes, reglas, abrecartas, etc.

Asimismo, y tal como sucede actualmente, en aquella época se acostumbraba a reunir en un mismo espacio diferentes objetos y muebles de diversas épocas y estilos.

Tras la muerte de la reina Victoria, asume el trono su hijo Eduardo VII, y comienza el período Eduardiano que se caracteriza por la modernización de los estilos antiguos.

Durante la época victoriana el mobiliario se elaboraba con  distintas maderas, las más utilizadas a la hora de fabricar muebles eran la caoba, el palo de rosa y el roble. La caoba era la más popular dadas sus ventajas sobre el resto. Algunas de estas ventajas son su enorme gama de colores, su atractiva beta que favorece la marquetería y el chapado, su natural durabilidad y lo más importante,  el tamaño de los árboles de los que se obtiene su madera es ideal para hacer tableros de mesas y laterales de muebles de gran tamaño.

Colección de objetos antiguos
No hace falta mucho espacio, ni un gran presupuesto para armar un acogedor estudio, que puede ocupar desde una habitación, a un rincón del salón.

Basta con elegir un bonito y cómodo escritorio antiguo y una silla, colocar unas repisas para poner los libros, y utilizar pequeños objetos útiles y ornamentales que le den un toque especial al ambiente.

Se pueden agrupar unas lupas antiguas, unos tinteros, algún portarretratos, o alguna caja para guardar los utensilios de trabajo como estilógrafos, o papeles. Mezclar estilos y distintas épocas de objetos genera un bonito contraste. Pero hay que ser cuidadoso con la selección de cada objeto, la exhibición de cada pieza debe merecer la pena, no se trata de juntar un montón de cosas a la ligera.

Las colecciones de objetos antiguos, además de lo que representan emocionalmente para el que reúne y selecciona las piezas, sirven para decorar un espacio. Por ejemplo, el tintero es uno de los objetos de colección más habitual. Su diversidad de formas, tamaños y materia prima es muy amplia. Los hay de madera, de madera con aplicaciones de metal, los hay de plata y otros metales, pero los más comunes son los de cristal que a su vez pueden ser de diversos colores.

Las cajas forman parte importante de un escritorio y son una exquisitez para los amantes de las antigüedades. Hay para todos los gustos: cajas especiales para las cartas (carteros), las hay con puertas o sin ellas, hay tarjeteros, archivadores y escribanías de viaje, que puede hasta albergar cajones secretos.

También son variados los materiales que se emplean en la elaboración de cajas, maderas lisas o con marquetería, incrustaciones de metales como bronce, plata u oro, nácar, piedras, piel, papier maché,  incluso púas de puercoespín.

Cuando se piensa en comprar antigüedades se suele tener miedo a equivocarse a «no saber » y ser engañado. Se debe empezar por perder el miedo a entrar a los anticuarios, tiendas especializadas o mercadillos, ya que una antigüedad no está reservada únicamente para los más privilegiados, los precios varían y uno se lleva muchas sorpresas gratas. Tampoco hace falta invertir mucho dinero para ser un coleccionista. Asimismo, si se tienen dudas es clave dejarse asesorar por el anticuario, quien conoce su mercancía y disfruta respondiendo las inquietudes de los clientes.

No obstante, es importante tener en cuenta que el primer mandamiento a la hora de comprar un mueble u objeto antiguo, es que realmente nos guste.

A aquellas personas que les gusta coleccionar piezas y obras de arte, les motiva la ilusión de encontrar algo especial que les mueva el corazón. Un objeto que los acompañará siempre, independientemente del lugar y la moda.

Las antigüedades son para disfrutarlas, y un coleccionista se debe formar poco a poco y conseguir que cada compra y cada hallazgo sea un evento y un placer.
EFE/REPORTAJES.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas