El espectro de un extrapartido podría asomar nuevamente

El espectro de un extrapartido podría asomar nuevamente

Desde 1970, siendo Bosch líder del PRD, se comenzó a hablar de un candidato extra partido para enfrentar el primer intento reeleccionista de Balaguer. Dirigentes importantes entendían que producto de la tesis de la Dictadura con Respaldo Popular, el ex presidente se había alejado de sectores importantes en un proceso democrático. Pero no pasó de ser un simple intento. El PRD con Bosch a la cabeza se abstuvo en dicho proceso.
En 1973, durante el delicado proceso de la salida de Bosch para fundar el PLD, Peña Gómez tuvo que compartir el tiempo que debió dedicarle a recomponer el PRD y a afianzar su presencia y liderazgo, a morigerar corrientes internas que hacían planteamientos y contactos en procura de un candidato extra partido para enfrentar nuevamente a Balaguer en las elecciones del 1974.
En ese entonces, no solo Casimiro Castro, quien enarboló la tesis como suya, sino otros dirigentes importantes también sustentaban esa idea. Y luego de constituido el Acuerdo de Santiago, aumentó la embestida a favor de un candidato extra partido. A tal efecto, además de Augusto Lora y Amiama Tió, se mencionaron y contactaron: dos empresarios, un banquero, un obispo y un director de medios.
Pero el espectro de un extra partido igualmente estuvo rondando en los procesos del 1978, 1982 y 1986, pues ante la situación de tirantez entre los dirigentes y aspirantes del momento, se planteó en diferentes escenarios la necesidad de una figura al margen de los conflictos partidarios. Incluso, durante el proceso del 2000, cuando Hipólito Mejía era virtual candidato por el PRD, grupos “no partidarios” hicieron algunas gestiones por debajo en ese sentido. Como también hicieron intentos durante el recién finalizado proceso.
O sea, que la idea de un candidato extra partido, aunque nunca se ha logrado materializar, ha surgido una y otra vez como fórmula de conveniencia ante situaciones coyunturales. Porque grupos importantes, con influencias en determinados partidos, han pretendido que los políticos abandonen sus aspiraciones y se junten todos para enfrentar al gobierno, preferiblemente con un candidato “apartidista”.
Y como en materia política somos país sin paradas para analizar o reflexionar, ni siquiera sobre lo acontecido en el pasado reciente, apenas finalizado el proceso del 2016, ya se habla del 2020. Y como al parecer hay quienes entienden que madrugando amanece más temprano, empiezan a adelantar fórmulas electorales para dentro de 4 años, entendiendo que ante una situación de inconsistencias y debilidades como la que a su juicio se proyectan, sueñan con que el “espectro” del extra partido pueda asomar nuevamente.
La idea podría resultar interesante o entretenida. Pero es conveniente que los promotores no pierdan de vista por lo menos, dos cosas. Primero: que los partidos en nuestro país, estén en la oposición o en el gobierno, son manejados por políticos que no son dados a atajar para que otros enlacen. Segundo: que los no partidarios, por tener intereses y concepciones tan distintas, les ha sido más difícil que a los partidarios, ponerse de acuerdo en quien los represente políticamente. Entendido.

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