El espejo de Lula

El espejo de Lula

La República Federativa de Brasil tiene una extensión territorial de 8 y medio millones de kilómetros cuadrados, digamos 176 veces el espacio que ocupa la República Dominicana. Existen 20 brasileños por cada dominicano, ello significa una población de 202 millones de habitantes. Es una potencia económica mundial que junto a Rusia, la India, China y Sudáfrica componen la asociación internacional conocida bajo las siglas de BRICS.
Esa gigantesca nación estuvo gobernada por una coalición de organizaciones políticas encabezada por el Partido de los Trabajadores bajo el liderazgo de Luiz Inacio Lula da Silva, otrora dirigente sindical metalúrgico. Este líder conocido popularmente como Lula, asumió por primera vez la presidencia de su país en el año 2002, siendo reelecto hasta que en enero de 2011 pasó el mando a Dilma Rousseff, antigua guerrillera y ex jefa del gabinete de Lula. En el Partido de los Trabajadores anidan socialistas demócratas, defensores de la teología de la liberación, así como otros grupos progresistas brasileños.
Ese híbrido estuvo dando buenos resultados expresados en políticas sociales que redujeron los índices de pobreza, mejoraron la salud y la educación, amén de crear nuevas fuentes de empleo. La aceptación de la población era tal que en el último certamen electoral del 2010 Dilma obtuvo 54 millones de votos a su favor. El gobierno del Partido de los Trabajadores desarrolló una política de apoyo internacional a sus vecinos de Paraguay, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador y Venezuela, extendiéndose a Cuba y a la República Dominicana.
Todo lucía andar sobre ruedas hasta principio del año 2016 cuando surge el escándalo de corrupción de la compañía petrolera, mayormente estatal, denominada Petrobras. El 4 de marzo Luiz Inacio es detenido y su vivienda allanada. El ex Jefe de Estado fue acusado de recibir varios millones de dólares como regalo o pago por conferencias y viajes al exterior.
También se le acusa de haber sido premiado con un apartamento. Su sucesora Dilma no ha corrido mejor suerte; en lo que muchos llaman un golpe de Estado parlamentario, el Senado de la nación destituyó a la mandataria bajo el alegato de irregularidades fiscales y firma de decretos económicos sin la aprobación congresual, siendo formalmente sustituida por el vicepresidente Michel Temer el 31 de agosto de 2016.
El barco de la gran Amazonía transita ahora por las aguas ideológicas del neoliberalismo, acelerándose la privatización de los servicios públicos y reduciéndose las asignaciones presupuestarias que subsidiaban los programas que tan positivamente impactaron en los sectores humildes de la nación carioca.
Algunos de los otrora aliados, verbigracia el ex vicepresidente Temer, volvieron a su puesto natural de derecha, debilitando el pacto que permitía la convivencia política de las distintas fuerzas que componen el arcoíris carioca.
Si lanzamos una mirada tipo radar latinoamericano sobre lo acontecido en Argentina y Brasil percibimos un debilitamiento de MERCOSUR, así como una real amenaza a los procesos que llevan países suramericanos como son los casos de Bolivia, Ecuador y Venezuela. Recordemos que PETROCARIBE permite a la nación dominicana obtener combustibles a través de un crédito suave a largo plazo.
La moda anticorrupción camina de sur a norte, llevándose de paso a gobiernos contaminados de manera crónica recurrente y aguda con el virus de la corrupción.
¡Para bien de todos, veámonos en el espejo de Lula!

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