El espejo de Puerto Rico

El espejo de Puerto Rico

La larga danza de los millones que vivió Puerto Rico fue fruto de una política que puso aquella isla como un modelo, como un ejemplo de lo que puede hacer el capitalismo. Se creó una vitrina que sirvió de ejemplo-demostración para que Latinoamérica se mantuviera bajo la tutela y el padrinazgo de los Estados Unidos.
De pronto, los independentistas de antes, con Luis Muñoz Marín a la cabeza, sirvieron para que los pueblos de América, aquende el río Bravo, viéramos lo bueno que era la tutela norteamericana: Puerto Rico comenzó a probar las mieles más dulces.
Un millón de boricuas fue a parar a Nueva York, como parte de la operación “Manos a la Obra” que llevó mano de obra barata para equilibrar el presupuesto de un engendro jurídico denominado Estado Libre Asociado, en el que convirtieron la Patria de Eugenio María de Hostos, Emeterio Betances y Luis Albizu Campos.
Leyes especiales permitieron la instalación de múltiples empresas norteamericanas que aprovecharon las generosas exenciones de impuestos, que permitían una operación con muy bajos costos que no podían encontrar en otro lugar.
Había, entonces, abundante trabajo bien pagado y un desarrollo capitalista envidiable y envidiado, solo había que prestar los muchachos para que fueran a las guerras en tiempo de conscripción obligada, con lo que se pagó un elevado precio en vidas, por el bienestar, la abundancia y la seguridad de trabajo.
Durante 20 o 30 años hubo bienestar en la Isla del Encanto, pocos advirtieron cuán ficticio y débil era. Los norteamericanos desdeñaron los reclamos de convertir la isla en un Estado con todos los derechos de los Estados Unidos continentales.
Durante la danza de los millones, de manera suicida e irresponsable, el Gobierno de Puerto Rico no previó la creación de nuevos incentivos para el mantenimiento y fomento de la inversión de nuevas empresas, cuando se vencieran los plazos de las exenciones y las empresas se retiraran en busca de otros paraísos fiscales.
Se inició el descenso de la economía, pero el estilo de vida había que mantenerlo y el gasto por encima de los ingresos se cubrió con endeudamiento. Comenzó la vorágine de la espiral de préstamos, pero cuando llegó el tiempo de saldar las deudas Puerto Rico tiró la toalla y se declaró en bancarrota.
Ahora que el Gobierno dominicano propone otro Presupuesto General del Estado considerablemente deficitario, por sexta o sétima vez, el cual pretende, nuevamente, equilibrar con préstamos, hay que destacar que de cada cuatro pesos que el Gobierno gastó en los primeros cinco meses del año 2017, uno fue destinado al pago de los intereses, comisiones y el capital de la deuda pública, interna y externa.
La puertorriqueñización avanza. Nos jodimos.

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