El espejo del Olímpico.- El mejor ejemplo de lo que puede llegar a pasarle en el futuro al Jardín Botánico Nacional, al que el Ministerio de Medio Ambiente autorizó mutilarle el 0.01% de su área para permitir la ampliación de la avenida Colombia, es el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, el pulmón natural del congestionado y contaminado Polígono Central, donde la tala de mas de 300 árboles, muchos de los cuales llevaban allí mas de cincuenta años, ha provocado indignación en la ciudadanía y grupos ecologistas que advierten sobre el impacto ambiental de esa “barbarie”, para permitir la remodelación del parque deportivo de cara a la celebración en el país, en el 2026, de los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
“En cabeza de quien se le puede ocurrir talar árboles que están en ese espacio con mas de 50 años. No es cosa del siglo XXI dañar áreas verdes, talar un centro olímpico, un bosque. En esta época hay demasiadas opciones para movilizar un árbol…” El presidente de la Fundación Ulises García Saleta (Wiche), Juan Antonio García Sméster, debería saber, sin embargo, que esas cabezas fueron las de los técnicos del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales que no vieron ningún problema en talar 901 árboles, que probablemente hayan sido los mismos que autorizaron un “impacto mínimo” en el Botánico, lo que el pasado domingo fue rechazado por centenares de personas que formaron una cadena humana para decirle claramente NO a esa mutilación.
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Que nadie en este gobierno, que solo puede hablar por sus técnicos y sus funcionarios, puede garantizar que será la última. Porque ahí, precisamente, es donde está el problema, la razón por la cual debemos mirar la propuesta de intervenir el Jardín Botánico en el espejo del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, al que casi todos los gobiernos que han llegado al Palacio Nacional desde que concluyó su construcción, en 1974, han encontrado una excusa para quitarle un pedazo de su área verde para reemplazarla por varilla y cemento.