El espejo mexicano

El espejo mexicano

Cientos de miles de ciudadanos mexicanos vestidos de blanco marcharon de manera silenciosa recientemente por las calles de la capital azteca para exigir del gobierno acciones efectivas en contra del delito, la impunidad y a favor de una mayor y mejor atención a las víctimas de la violencia.

La revista Mural.com recogió las declaraciones del dirigente de la cadena de cines Cinépolis, Jaime Ramírez Villalón, quien dijo: «Esperamos que si con esta marcha no marchan las cosas, pues que se marchen los que deban de marcharse para que exista seguridad». De su parte, el laureado escritor de la tierra de Benito Juárez, Carlos Fuente, declaró desde Roma que con la inseguridad que vive su nación la democracia está amenazada. Expresó: «En la ciudad de México y en todo el país no se ha avanzado en la solución a los problemas de la seguridad pública sino que, al contrario, vamos en retroceso: aumentan los crímenes, los delitos, los secuestros, nadie confía en las fuerzas de la seguridad… Esta situación en gran medida se debe al empobrecimiento de la clase media durante la crisis de los años ochenta, cuando mucha gente que tenía algo lo perdió y al sentimiento de que terminó la dinámica de ascenso social en México. Esa esperanza se perdió, hubo proletarización y empobrecimiento general de la gente en México y esa es una de las razones que siempre ha llevado al crimen. En la España de Felipe III pasó lo mismo o en Estados Unidos durante la depresión. La democracia con la inseguridad está en peligro, este es el problema: que hayamos llegado a la democracia en un estado de inseguridad, de falta de instituciones para la seguridad de México, lo que es sumamente crítico para el futuro del país».

El conocido profesor de economía de la Universidad de Chicago, Gary S. Becker tiene su punto de vista acerca de los factores que dentro del modelo de desarrollo capitalista contribuyen a generar y propagar la delincuencia. Becker lo formula de la siguiente manera: » Partiendo de que los individuos deciden de forma racional orientar sus esfuerzos productivos a cualquier actividad en función de los costos y beneficios esperados al desarrollarla, la decisión de participar en actividades legales o ilegales dependerá de cuál de estas produce mayores beneficios netos. Con base en lo anterior, los individuos cometerán un crimen si los beneficios de hacerlo son suficientemente mayores a sus costos. Mientras los beneficios económicos de la delincuencia son claramente los bienes materiales y monetarios obtenidos mediante el acto criminal (dinero, automóviles, relojes, etc.), los costos están determinados por el gasto en materiales necesarios para llevarlo a cabo, las remuneraciones no obtenidas en actividades legítimas (costo de oportunidad del tiempo) y el costo potencial que representa la pena o castigo de un posible arresto. Este último se expresa como la probabilidad de ser apresado y sentenciado, multiplicado por el valor asignado al castigo correspondiente de la condena judicial (plazo de sentencia) o multa».

En un documento publicado en la Internet acerca de Policía Mexicana y su relación con el delito, aparece este párrafo: «Es evidente que se necesita aumentar la probabilidad de que los delincuentes sean capturados y castigados. Para mejorar la eficiencia de la acción policíaca, es indispensable erradicar, primero, la corrupción de los departamentos policíacos del país y reducir la burocracia y tramitología que prevalecen en las oficinas públicas. Igualmente, para contar con una fuerza policíaca mejor preparada es fundamental que se reorganicen los departamentos de la policía hacia una mayor rendición de cuentas a la sociedad, se restaure la moral en el trabajo, y sean los comandantes de los distintos cuerpos policíacos responsables directos de la reducción de la delincuencia. Aquellos que no cumplieran con su trabajo deberían ser removidos del cargo inmediatamente».

De un estudio monográfico reciente de Laura González y Lucía Caballero, titulado Progreso o extinción de la cultura mexicana, extraemos este fragmento: «Un buen ejemplo de cómo el progreso, la modernización, y el desarrollo, han hecho que perdamos valores como la seguridad de los ciudadanos, es el crecimiento de las ciudades que ha provocado que se concentre en ellas un gran número de habitantes quienes han ido en busca de la riqueza y de empleos, creando así un caos en ellas. Cabe dentro de esta reflexión preguntarnos si factores como la sobrepoblación y la educación resultan ser culpables del desarrollo. Creyendo que ahí resolverán sus problemas económicos y que lograrán estabilidad, se mudan a vivir a las capitales, que poco a poco se convierten en un verdadero cúmulo de habitantes, de contaminación, de desempleo, de inseguridad debido al crecimiento de robos y crímenes para satisfacer las necesidades creadas por la falta de trabajo».

Lo que ha venido sucediendo en la patria de los Padres Miguel Hidalgo y José María Morelos debería convertirse en el espejo en que nos contemplemos los dominicanos de hoy día. La explosiva y crítica realidad dominicana, obra infernal de la presente gestión de gobierno pepehachista capitaneada por Hipólito Mejía Domínguez, se ha caracterizado desde sus inicios por una creciente la inflación, endeudamiento interno y externo, miseria galopante de los sectores más desposeídos y de la clase media, corrupción desenfrenada a diestra y siniestra, auge del narcotráfico, desempleo y criminalidad por los cuatro costados de la nación. El pepehachismo ha funcionado como un agente enzimático, acelerando el deterioro de la sociedad criolla en todos los ordenes.

La ciudadanía sana y trabajadora espera confiada en que a partir del venidero 16 de agosto de 2004 con el ascenso al poder del Dr. Leonel Fernández Reyna vuelvan la paz, la armonía, el respeto, el progreso y la seguridad al seno de la gran familia dominicana.

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