El espejo venezolano

El espejo venezolano

En Venezuela han ocurrido sucesos políticos parecidos a los que han tenido lugar en la República Dominicana. Tanto los venezolanos como los dominicanos, hemos sufrido en el pasado el rigor de las dictaduras. Juan Vicente Gómez, Marcos Pérez Jiménez, fueron gobernantes autocráticos bien conocidos. Algo así como decir Ulises Heureaux y Rafael Leónidas Trujillo. Tras la caída del general Pérez Jiménez, comenzó en Venezuela un accidentado proceso de democratización en el cual tuvo un papel protagónico el presidente Rómulo Betancourt. Finalmente, Venezuela gozó, por algún tiempo, de gobiernos democráticos que se alternaron en el poder, mediante elecciones libres.

Los Partidos Acción Democrática y Social Cristiano Copey establecieron allí un sistema político bipartidista abierto. Carlos Andrés Pérez, Rafael Caldera, Luis Herrera Campins, son los nombres de tres destacados líderes de aquel período político de Venezuela. Pero estos partidos tradicionales fueron perdiendo el favor y el respeto de los electores. Las muchas trampas electorales, actos de malversación de bienes públicos, el enriquecimiento de funcionarios gubernamentales con la aquiescencia de dirigentes de los partidos, contribuyeron al descrédito de la democracia venezolana. Surgió así el intento de golpe de Estado del coronel paracaidista Hugo Chávez y se organizó entonces el Polo Patriótico, que cambió definitivamente el rumbo de la política en Venezuela.

Los partidos tradicionales de Venezuela instauraron la llamada “conchupancia”. La “alternabilidad” consistía, primariamente, en “turnarse” para chupar fondos estatales, en enriquecerse a costa de manipular a los electores. ¿Para qué nos sirven estos artificios formales de “las libertades del hombre y del ciudadano”? preguntaban los venezolanos. Mejor sería un “gobierno fuerte y permanente”, que mejorara la situación de las “grandes mayorías populares”. O sea, abrazar de nuevo la tradición dictatorial hispanoamericana, ornamentada con intenciones reformadoras. Así se llegó al “socialismo del siglo XXl”.

En la RD de hoy se arguye que en tiempos de Trujillo había “seguridad ciudadana”. También que no se permitía la inmigración haitiana en la medida actual. En varios países de América se ha consagrado ya la “reelección permanente”. El experimento político de Venezuela atraviesa ahora por una severa crisis, económica y social. No somos un país “sui géneris”; hacemos, aproximadamente, lo mismo que todos los demás. Ojalá logremos mirarnos en el espejo venezolano.

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