El espejo y las barbas

El espejo y las barbas

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Este año nuestra isla ha sido estremecida por la desgracia que ha provocado miles de muertos y heridos y muchos más miles de personas sin casas, con viviendas semidestruidas, kilómetros de carreteras y caminos por reconstruir, pérdidas multimillonarias en cultivos de distinta índole, pérdida de miles de horas-niños de clases, mayores dificultades para los hospitales, en fin, una gran tragedia.

Como siempre, son más afectados los más, que son los que menos tienen.

Hay unas culpas colectivas de siempre y voy a señalar dos: la deforestación y la construcción de viviendas en lugares precarios.

Hay una gran irresponsabilidad del gobierno dominicano, del que estaba, del que está y de los que vienen, porque nunca van a tomar la decisión de cortar por lo sano con la tala indiscriminada de árboles y, además, porque no van a desalojar los votos que viven a orillas de los ríos, casi dentro de ellos, o en el cauce seco de ríos que volverán a correr algún día, basta con recordar lo de Jimaní.

Se sabe que tales decisiones, que ningún gobierno ha tomado, requieren de una decisión política de la que carecen quienes tienen que aplicarla.

La complicidad y cobardía de los gobiernos no ha permitido que se enfrente a civiles y militares, políticos y logreros que depredan la flora y la fauna ante los ojos cómplices de todos, autoridades y gobernados.

Lo ocurrido en Jimaní y lo ocurrido en toda la isla durante y tras el paso del huracán Jeanne son el prólogo de lo que pasará aquí, el día menos pensado, cuando la ría del Ozama arrastre miles de personas hasta el mar Caribe y mucho se ahoguen.

Son los gobiernos los culpables de permitir que se corten los árboles de manera irresponsable y que se construya en lugares precarios.

Algunos dicen que ningún político quiere echarse la vaina de prohibir que el desorden pueble las orillas de las ciudades y el curso seco de ríos que volverán a correr, cualquier día.

Mientras, el peligro está ahí, a los ojos de todos. Y todos, de manera cobarde, callamos, para luego escribir, hablar por radio y televisión y clamar por ayuda a los damnificados.

Mirémonos en el espejo que las barbas están volando.

Siempre se puede prevenir.

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