El espinoso tema de
la migración haitiana

El espinoso tema de <BR>la migración haitiana

A raíz del terremoto del 12 de enero pasado se ha producido un notorio éxodo de haitianos hacia la parte oriental de la isla, en donde sus autoridades apenas pueden controlarlo y evitar que esa porosa frontera sea más que un colador.

Las autoridades haitianas, con su proverbial malicia y sagacidad, siempre están emitiendo sentencias de la necesidad de enfrentar el problema migratorio, pero con el propósito subyacente de que los dominicanos nos dobleguemos a una realidad irreversible, eso es de un río imparable, y que el destino final es aceptar la sumisión a un hecho de gigantescas proporciones sociales y humanas.

La notoria presencia haitiana en calles de las ciudades, y a la sombra de los árboles en las áreas rurales, se asimila con una apacible conformidad de parte del pueblo dominicano, en vista de que la mano de obra haitiana es imprescindible en muchas actividades agrícolas y de la construcción.

No hay dudas que el objetivo final de las autoridades haitianas, y hacia allá dirigen toda su artillería diplomática, es doblegar la voluntad de los gobiernos dominicanos para que se acepte, por razones humanitarias, de conciliación y paz de la isla, que prácticamente derribemos las débiles barreras fronterizas para que el haitiano, que procura asegurar su supervivencia, ingrese al territorio dominicano para buscar trabajo, salud, educación y comida, cosas que con dificultad apenas obtiene en su depauperado territorio.

Ahora es de una forma sutil que se quiere tratar el espinoso tema de la migración, pero el primer peldaño es forzar, con el apoyo de países y organismos internacionales, a que los dominicanos cedamos nuestro derecho a preservar la nacionalidad para darle un status especial de inmigrante protegido, y hasta de ciudadanos, a los millares de haitianos que ni en su país están registrados en su nacimiento.

Los haitianos reconocen, como bienhechora, la ayuda que el país desplegó a raíz del terremoto de enero, y de que nuestro presidente está empeñado en ser el abanderado para que, las naciones amigas de Haití, abran los bolsillos de la ayuda prometida, pero por otra parte envían mensajes como aquel de que Dominicana no es figura importante entre los donantes de una magra ayuda recibida. Parece despreciarse la inmensa ayuda que partió del país en recursos humanos, alimentos, remoción de escombros, servicios de salud, agua que a raudales llegó a pocas horas de ocurrido el sismo. Al menos, las Naciones Unidas han reconocido la dedicación dominicana hacia su vecino país, cosa que estos solo lo murmuran y reconocen entre dientes.

Pero los dardos haitianos, que a cada momento arrojan sus experimentados y capaces diplomáticos, van dirigidos a querer doblegar a los dominicanos a modificar su postura en cuanto al tratamiento de la migración, que hasta ahora es de no reconocerle ningún derecho político a los haitianos.

Al menos aquí viven en paz y aseguran su subsistencia con los diversos trabajos que llevan a cabo.

El objetivo final del gobierno haitiano, contando con el apoyo de sus naciones amigas, como Estados Unidos, Francia y Canadá, es que el gobierno dominicano le conceda la ciudadanía a una inmigración, que como una tormenta de fuego, avanza indetenible, como aquellas que azotaron, hasta hace poco, grandes extensiones del territorio ruso.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas