Herminio Alberti León 
Herminio y Píndaro arrancan para Santiago… Se han propuesto hacer una visita formal al evento más importante que jamás se haya montado en nuestro país para resaltar la figura de un dominicano que brilló, y aún lo hace, a niveles internacionales jamás sospechados… “Herminio –comenta Píndaro-, Óscar de la Renta jamás imaginó que su personalidad iba a impactar a tanta gente en todos los estratos sociales a nivel mundial”…. Mientras esto exclama, una leve sonrisa de orgullo le cubre toda su expresión…
Ambos han salido en dirección del Centro León en la ciudad de Santiago de los Caballeros. Han finalizado su acostumbrada ‘parada técnica’ en el Típico Bonao y la curiosidad por descubrir los secretos de “Ser Oscar de la Renta” les consume.
El panorama en la autopista Duarte está despejado y soleado, lo que permite un viaje mucho más placentero… Ambos conversan y sonríen mientras Herminio –que va al volante- concentra su vista en los rebases que sortean los camiones de doble carga –tan de moda hoy en nuestras carreteras-. De pronto, la cara de Herminio se transforma… A través de su espejo retrovisor un celaje se mueve en el espacio de los asientos en la parte de atrás del vehículo… Una cara conocida parece cobrar vida y desaparecer por momentos, mientras deja su estela en el subconsciente de un ahora impactado Herminio… Píndaro, que se ha percatado del momento, le cuestiona: “¿Quieres que maneje?… Te veo distraído y eso no es bueno en esta autopista… -le expresa preocupado-…
Pasan el cruce de Moca y, a medida que ya en Santiago se aproximan al semáforo en la esquina del Multicentro para doblar a la derecha hacia el Centro León -su destino-, Herminio –que aún continúa en shock- le dice a Píndaro: “Justo al salir del Típico mi cuerpo se llenó de una vibración interior que, por momentos, fue haciéndose presente… Aún siento que está con nosotros… Es como si el espíritu de Oscar de la Renta nos haya estado acompañando hacia su homenaje…”. Mientras esto dice, ambos muestran una espontánea sonrisa que les brota de su interior…
Sin esperarlo, su vehículo está ya justo a la entrada del Centro León. Por un momento, se ven obligados a detenerse y esperar, pacientemente, por las maniobras que realizan seis autobuses que les han precedido en acceso al estacionamiento… Mientras los últimos dos completan sus maniobras, de los cuatro primeros empiezan a emerger un número impresionante de estudiantes, formalmente vestidos y en perfecto orden para ir accediendo a la majestuosa entrada que ha sido impactantemente preparada con un banderín rosado y blanco en obvia alusión a “Ser Oscar de la Renta”.
Herminio detiene su auto para permitir a Píndaro salir del mismo e iniciar las gestiones de registro, mientras él estaciona. Una vez ambos se ven en la recepción, una dulce voz les invita a esperar unos minutos por la señora María Luisa Asilis, gerente ejecutiva, quien no se hace esperar y con una amplia sonrisa les extiende su más cordial bienvenida y les presenta a la joven Leticia Gil, quien tendrá la responsabilidad de hacerles vibrar con los detalles de esta visita. Esta es ya una experiencia única porque, sin percatarse ambos, ya está acompañándoles el espíritu de Óscar de la Renta.
Herminio y Píndaro están ya inmersos en una experiencia sensorial de dimensiones espaciales inimaginables… “Como estos jóvenes estudiantes ya están prestos a entrar de lleno en su visita, les invito a que aprovechemos estos minutos en ver una entrevista testimonial que nos fue concedida por la señora que tuvo al gran responsabilidad de acompañar por muchos años y satisfacer desde su cocina el paladar de Óscar de la Renta, preservando así en él nuestro sabor dominicano.’
Justo al iniciar la proyección, Píndaro mira a Herminio, se le acerca al oído y le susurra… “Recuerda que en el periódico solo nos permiten una determinada cantidad de palabras y ya casi nos pasamos…”
“¡Es verdad! –exclama Herminio-, en dos semanas empezaremos con nuestros lectores con cada uno de los detalles de esta maravillosa experiencia de ‘Ser Óscar de la Renta’!”
