El Estado está por encima de los intereses particulares

El Estado está por encima de los intereses particulares

Algunos sectores se han manifestado en contra del que el Estado pueda revisar o reajustar los contratos con empresas mineras, específicamente los que tienen que ver con la explotación de oro, pero también algunos jóvenes empresarios agrupados advierten en el sentido de que el gobierno, que es lo mismo que decir el Estado, no puede incursionar en proyectos de generación de energía, entendiendo que eso es exclusividad del sector privado, todo lo cual debe mover a preocupación, tomando en cuenta que el interés de la nación está por encima de los particulares.
Es probable  que algunos entiendan que los empresarios tienen derecho a exigir o demandar que sus áreas de negocios no sean tocadas de ninguna forma por el Estado, pero no deben olvidar que hay áreas incluyendo algunas que tienen que ver con la producción que son consideradas como estratégicas y que los Estados tienen pleno derecho a intervenir, regularlas  o reservarlas cuando las circunstancias las demanden.
Talvez uno de los grandes errores cometidos en el pasado, de lo cual no están exentos ninguno de los partidos actuantes en la vida nacional, fue el de que el Estado se desprendiera de áreas neurálgicas, las que no debieron ponerse en manos ajenas, sobre todo si no eran nacionales, pero la onda de ese momento era la privatización, apoyada lamentablemente por sectores que se consideraron avanzados, pero que terminaron siendo acólitos del poder económico y del poderío internacional.
No se trata de ideas trasnochadas como algunos podrían endilgar, sino que un país en vía de desarrollo, con un desempleo importante, con brechas sociales y económicas insalvables, los Estados tienen la obligación de garantizar a esos sectores determinados servicios, especialmente cuando tienen efectos desestabilizadores.
Algunos de los jóvenes que hoy heredan empresas y negocios y que pretenden limitar el radio de acción del Estado  olvidan que algunas de ellas nacieron, crecieron y se multiplicaron con el aval del Estado, con leyes especiales que les favorecieron o bajo favores políticos.
Que por  complacencia de gobiernos,  en vez de entregar la administración de algunas empresas del Estado a profesionales o expertos, decidieron nombrar a empresarios que las convirtieron en entelequias para que el sector privado luego las adquiriera a precio de vacas muertas.
Igualmente algunos profesionales, políticos, analistas, etc. confunden lo que es hacer oposición al gobierno o alguno de sus líderes con la sustentación de posiciones que pueden definirse como programáticas.
 El caso del oro y la posibilidad de que el Estado pueda incursionar en áreas estratégicas como la energética, no deben bajo ningún concepto mezclarse con conveniencias partidarias coyunturales.
Puede estar cerca la hora en que haya que definir bien los campos entre  los que creemos  que el Estado debe y tiene el derecho a incursionar o rescatar áreas estratégicas, así como revisar los contratos de cualquier índole,  respetando el principio del derecho y los que entienden que el país es propiedad de un grupo nacional con alianza internacional.

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