Nueva vez surge la propuesta de consenso planetario de proclamar la fundación del Estado Palestino, que será el 194 de las Naciones Unidas, y que ha imposibilitado Estados Unidos ejerciendo la prerrogativa del veto en el máximo foro internacional.

El 30 de octubre pasado, Suecia dispuso reconocer al Estado Palestino, sumándose a 134 países de 193 que integran las Naciones Unidas, y Francia se apresta a esa actitud, que respaldó el Reino Unido el 13 de octubre último.

Es la Unión Europea en conjunto quien debe proclamar la fundación del Estado Palestino, secundada por Rusia y China, procediendo al intercambio de embajadores, y obviar a las Naciones Unidas para evadir el eterno veto del imperio a favor de su pupilo y decisivo socio bancario judío.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas quedaría en esta ocasión en situación de no solamente inoperante, manejable e influenciable del imperio unipolar, que ya ni tanto con el auge de Rusia y China, sino de sobrante, innecesario para pautar las grandes decisiones que atañen a la mayoría de los restantes miembros, no al capricho cuestionable de cinco de ellos que se arrogan la facultad irritante e inadmisible de conducir el destino de la humanidad, con el ejercicio del veto.

La actitud de Suecia, Reino Unido y Francia en relación a proclamar el Estado Palestino cada uno en forma unilateral, es la resultante de los boicoteos persistentes del Estado de Israel a todos los acuerdos que suscribió con sus hermanos de padre los árabes, Madrid 1991, Oslo 1993, Hoja de Ruta de 2005 y un diccionario adjunto.

En cada convenio, el Estado de Israel soslayó su compromiso, su palabra, su adhesión y firma, burlándolos todos, disponiendo con la luz verde de Washington, actitud innoble que empieza a naufragar.