El abogado y catedrático norteamericano Scott Isaacson anima a todos los representantes de las naciones latinoamericanas estudiar y examinar las leyes de sus países para que los miembros de las religiones tengan el reconocimiento civil de sus ceremonias matrimoniales.

“Me alegro de que en Estados Unidos tengamos este sistema. La ceremonia solamente por lo civil quita mérito a la naturaleza sagrada y especial de la experiencia”, opina.

Aunque el matrimonio es regido por leyes estatales y no federales, lo común es que cualesquiera sean las diferencias, todos los estados dan validez a la ceremonia efectuada por los ministros de cultos.

El procedimiento es el siguiente:

1. La pareja comparece ante la oficina estatal y obtiene lo que se conoce como “Licencia de Matrimonio”. Para recibirla deben presentar acta de nacimiento o documento con foto y firmar una declaración jurada.

2. El secretario del condado emite una “Licencia de Matrimonio”. Esta autoriza a ser casado por cualquier autoridad o ministro religioso.

3. Por último, se entrega a los novios un documento en blanco llamado “Certificado de Matrimonio”. El que oficia llena los datos requeridos y firma al igual que  los novios y dos testigos.

En un plazo de treinta días el ministro regresa este documento ante la autoridad estatal. No hacerlo constituye un delito.

Los rabinos, sacerdotes y ministros de cualquier denominación religiosa  son los autorizados a celebrar matrimonios.

Isaacson expone que la ley deja a las organizaciones determinar qué ministro puede efectuar la ceremonia.

En algunos Estados se otorga un “Certificado de Ordenación” con el cual puede incluso casar.

Estados Unidos prefiere los abusos a interferir con la libertad religiosa. El protocolo civil evita falsedad o desorden. Quien lo haga sufre la anulación de su matrimonio y el castigo severo de la ley.