El estilo del escritor

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DIÓGENES VALDEZ
Una frase cuyo autor nunca logró acordarme y que por socorrida se ha convertido en una verdad, en una muletilla, dice “que el estilo es el hombre”, pero este estilo no tiene que ser necesariamente uno literario. Hay tantos estilos como formas de vida tiene el ser humano. Hay un estilo de vestir y otro de comer, de la misma manera hay un estilo para comportarse frente a los diferentes estratos de la sociedad. En fin, hay estilos y “estilos”.

Sin embargo, el que ahora nos interesa se refiere a las diferentes formas literarias de expresarse que tiene un escritor. Hay escritores que siempre son los mismos y bastaría la lectura de una de sus obras para haberlas leído todas. En la forma de asociar las palabras dentro de un texto es donde reside uno de los mayores atractivos de la lectura. El tema -naturalmente- es el otro elemento de vital importancia ayuda a conformar o no, la obra de arte.

Pero la “forma” no es el “estilo” propiamente hablando. Toda obra de arte -y la que no lo es- tiene una “forma” que puede ser buena o mala, pero el “estilo” es otra cosa. El “estilo” tiene sonoridad, en él las palabras cantan y arrullan, adormeciendo la conciencia pero sin anularla, es casi un susurro musical que le da vida a las acciones dentro del texto.

Por experiencia propia y por la de otros, sabemos que hay buenos y malos escritores, y que tal y como señala Mario Vargas Llosa en interesante texto “Carta a un joven escritor”, hay grandes escritores que escriben bien (Cervantes, Stendhal, García Márquez), y grandes escritores que escriben mal (Baroja, Cortázar, etc.). De igual modo, dentro de esos grandes escritores hay algunos que en ocasiones describen bien y en otras, lo hacen muy mal. El propio Vargas Llosa podría ser un ejemplo (La casa verde, Los papeles de don Rigoberto).

A este tenor Kenzaburo Oé, el genial escritor japonés, Premio Nobel 1994, en una entrevista concedida a Carlos Alfieri, se refiere al tema de la forma siguiente:

Un buen escritor debe forjar estilos continuamente, no debe estilizarse nunca, debe ensayar siempre nuevas posibilidades expresivas.

Estas recomendaciones del gran escritor oriental son dignas de ser tenidas en cuenta, pero hay que recordar que éstas han sido hechas desde la posición de un maestro y con una intención expresa. Sus palabras están dirigidas hacia aquellos que él llama “un buen escritor”. Ahora bien, para poder ponerlas en práctica hay que considerar que es necesario poseer ciertas destrezas que no todos poseemos.

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