De izquierda a derecha, delante: Cynthia Dipp Caamaño, de 6 años; Pedro Dipp Caamaño, de 5 años; Francis Caamaño Acevedo, de 6 años. Detrás: Rafaela Caamaño Grullón (Fellita), 26 años; Alberto Caamaño Acevedo, de 8 años; Coronel Francisco Caamaño Deñó, 33 años y María Paula Acevedo (Chichita), 33 años
Por: Francisco Frías Dipp
Francisco Alberto Caamaño Deñó. El Coronel de Abril. Comandante del Ejército Constitucionalista. Presidente en Armas de la República Dominicana. El hombre que se enfrentó al imperio norteamericano y vivió para contarlo.
Para muchos, una leyenda, un titán. Para su familia, era Francis. Y Francis era un hombre mucho más familiar de lo que muchos creen.
Además de su esposa, María Paula (Chichita), y sus hijos, Alberto y Francis Alexander (Francito), el coronel partió hacia Londres un día como hoy, 22 de enero de hace 56 años, con su prima, Fellita Caamaño, y los hijos de esta, Cynthia y Pedro.
El viaje
Al conmemorarse el quincuagésimo sexto aniversario del exilio del Coronel, los que en ese momento eran apenas niños no mayores de 8 años recuerdan el viaje y cuentan, desde su perspectiva, como la presencia de Francis, en un momento de confusión y cambios importantes, era una fuente de calma y tranquilidad para sus familiares.
El viaje, de múltiples paradas, empieza en el carro del Presidente Héctor García Godoy, trasladando al Coronel y a sus familiares al Hotel Embajador.
Todo el proceso del viaje, según Pedro, de tan solo 5 años en aquel momento, causaba confusión e incertidumbre.
Alberto y Cynthia, entonces de 8 y 6 años de edad respectivamente, rememoran la multitud que rodeaba el vehículo, vocalizando su apoyo a Caamaño y agradeciéndole por todo lo sucedido durante el año anterior, y sosteniendo pequeñas banderas dominicanas.
El trayecto al hotel, y el resto del viaje, iba bajo la protección de oficiales norteamericanos, para garantizar la seguridad del Coronel Caamaño hasta llegar a Londres.
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Al llegar al hotel, Caamaño, forzado a salir al extranjero, y sus familiares, montan los helicópteros que los llevarían hacia el Aeropuerto Punta Caucedo.
Desde el aire, Cynthia recuerda mirar hacia abajo y observar el mar, y lo uniforme que se veía, provocándole curiosidad.
Una vez en el aeropuerto, el helicóptero aterrizó en la pista, y los exiliados se trasladaron inmediatamente al avión que los estaba esperando para partir rumbo a Puerto Rico.
En la Isla del Encanto, Caamaño aterrizó para encontrar otro mar de personas, como recuerda Pedro, vitoreando su nombre, banderas dominicanas en mano y cantando el Himno Nacional.
Con la prensa del mundo atenta y presente en Puerto Rico, el Coronel se dirige a ellos en una conferencia de prensa. De ahí, tomaron vuelo hacia Nueva York.
En suelo americano, se había difundido la noticia de que el Coronel de Abril iba a aterrizar en el Aeropuerto John F. Kennedy, por lo que la terminal se encontraba abarrotada de dominicanos y simpatizantes, entre ellos Enerolisa Deñó y Milagros Caamaño, madre y hermana menor de Francis respectivamente, y otros familiares.
Al ver la cantidad de gente que allí se había reunido para verlo, Caamaño intentó salir del salón en el que lo habían acomodado, cosa que su escolta norteamericana le intentó prohibir.
Ante la insistencia de los que tenían encargado custodiarlo, el Coronel les dijo que conocía las leyes internacionales, y que llegaría hasta la multitud aunque se tuviera que romper el cristal que lo separaba de ellos.
Tras permitirle salir, Caamaño se dirigió de nuevo a la prensa y a la multitud. Para los infantes, esta era otra parada en la que se les dio de comer y se les ordenó que se quedaran quietos, ajenos a la tensión del exilio y al ojo vigilante de los norteamericanos.
Al mirar hacia atrás, recuerdan el viaje como unas vacaciones, y enfatizan la seguridad que les daba el viajar junto con Caamaño, ya que se decían que si él estaba presente, nada malo les iba a pasar.
El avión que se supondría iba a trasladar a Caamaño y a su familia desde suelo estadounidense a su destino en Londres se averió previo al despegue, por lo que las autoridades hicieron desmontar a todos los pasajeros de un avión que iba camino a Brasil para mover al Coronel exiliado al otro lado del Atlántico.
Llegando a tierras inglesas ya en la mañana del día 23 de enero, tras un día largo y lleno de viajes, traslados y paradas, Cynthia y Alberto recuerdan su primera impresión del ambiente europeo: gris, triste e incómodo.
En pleno invierno inglés, el ambiente era muy diferente al sol caribeño al que estaban acostumbrados, que brilla todo el año. Sin embargo, estaban allí con Francis Caamaño, Coronel de Abril. ¿Qué tan malo podía ser?