Para hablar de talento posiblemente tendríamos que dirigirnos a un término común: “Dotes Innatos”. Concerniente a la naturaleza de un ente (ser) y que esencialmente no ha sido adquirido durante su experiencia en el trayecto vivido, es decir, es una cualidad integrada desde su nacimiento. De igual forma, otro término muy similar que debemos enfocar para entender el sentido de talento es el carisma, que es aquel talante o don natural que tiene una persona para cautivar a los demás por su estampa, su imagen auditiva o su distintivo. Hay mucha similitud, pues en ambos casos mientras maduramos vamos descubriéndolas para ser transformadores e influir en otros, pero no cabe duda que el talento va madurando en el camino a medidas que vamos creciendo.
Francis Amauris Campusano, mejor conocido como “Babyrotty”, un niño de 13 años cuya historia familiar identificó a miles de personas, al igual que a miles de familias en la época actual que experimentan una situación social desfavorable al éxito y a la prosperidad, sin embargo, vale la pena resaltar que a este jovencito (ya todo un artista), le han acompañado ciertos preludios y no necesariamente musicales, es decir, hago referencia a unos interesantes valores inculcados en su hogar que deja demostrado que los mismos prevalecen ante el ambiente y los ruidos que pudieran opacarle en su alrededor. Si analizamos bien sus participaciones no podemos omitir dicho talento para la música a través de sus interpretaciones, pero también su carisma aliado a esa educación de un niño de su edad, de estos tiempos y con muchísimas experiencias negativas por la ausencia de seres amados imprescindibles para un desarrollo emocional, no hay dudas que esto lo catapultó para ganarse al público espectador y seguidor del concurso.
Algunas de las características que pude notar en su madurez:
– Respeto al público y a los jueces
– Alto dominio escénico
– Desenvolvimiento natural al interactuar con los jueves y demás conductores
– Valor al trabajo (Honradez)
– Consciencia de la solidaridad
– Agradecido profundamente de sus seres queridos (abuela y abuelo)
– Consciente de su realidad social sin culpar a otros (no victimizarse)
Babyrotty es el vivo ejemplo de que para ser artista no solo hay que tener talento, sino este complemento perfecto, esta personalidad carismática, con esa habilidad de motivar o de entusiasmar a quienes le rodean bajo el objetivo de alcanzar sus metas. Le enseñan al mundo una nueva visión de la vida, esa mentalidad optimista de encontrar en los obstáculos oportunidades para crecer. No hay nada mejor que visualizar en nuestro ganador ese ejemplo de vida, que por su gran empatía, su autoconfianza y su inteligencia emocional, psicológicamente incidirá por siempre en el más duro de los corazones.
Por esto y muchas cosas más, nuestro Babyrotty ha roto paradigmas y se ha ganado el corazón dominicano y más allá. Esta es una de las razones por la que abogo siempre dirigiendo al Estado dominicano, la solicitud de que debemos implementar las enseñanzas de artes como una materia fija del currículum de nuestras escuelas.
Sin duda alguna que tendremos mejores hombres y mujeres, y comenzamos a inculcarle el amor por las artes (música, artes plásticas, esculturas etc.).
Rogamos a Dios nuestro, que pueda encontrar asesoría de buena fe para la administración de los recursos ganados y que no aparezcan oportunistas con propuestas y contratos abusivos a la ingenuidad de este maravilloso nuevo artista, que hemos logrado en este famoso reality de caza talentos Dominicana’s Got Talent (DGT).