El exterminador de ratas y la seguridad ciudadana

El exterminador de ratas y la seguridad ciudadana

Gerard Radhamés De Los Santos

Dicen que es normal que al salir de su casa uno viva como los pájaros silvestres, de flor en flor y de nido en nido.  Cuando me presté a salir de mi casa y de mi país para buscar una mejor preparación académica, lo hice convencido de que vería medios diferentes que me harían tener un concepto social distinto.  En mi travesía he conocido a muchos altos, a otros no tan altos, y a muchos bajos amigos.  He estado en muchas casas, lugares que sin duda, con el pasar de los años, me han marcado con añoranzas y mucha nostalgia.

En una de mis paradas me albergó un hermoso matrimonio sesentón, con sus diferencias y problemas básicos.  Para sentirme útil emprendí la idea de limpiar su cochera o garaje.  Estaba lleno de corotos, peroles, esteleques  y cachivaches.  Como era gente de edad, asumí que por ello en largos años no les fue posible plantarle frente a semejante desorden y acumulación de disparates.  Entre movida y corrida veía roedores que se escondían, yo pensé que solo eran unos dos o tres pero en realidad había toda una comarca, fue cuando decidimos llamar al exterminador de ratas, tardó unos treinta minutos en llegar y de inmediato paso al lugar…,  lo primero que dijo al sacar su sombrero y rascar su pelada cabeza, es que había que quitar todo lo que allí estaba, pero luego que se envenenaran las ratas.

Irónicamente en la casa había un gato, un tanto gordo, pero sí; creo que era un gato.  El dueño de la casa comentaba que el gato cuando llegó, pues era un gato callejero que tenían en adopción,  estaba flaco y casaba los ratones con facilidad pero que a los dos o tres meses dejó de hacerlo.  El exterminador dijo que el error había sido acomodar mucho al gato y engordarlo pues esto dificultaba que pudiera desplazarse por las hendijas dentro de los corotos que había en la cochera.

Todo esto llegó a mi recuerdo a la hora de repasar la seguridad ciudadana en República Dominicana.  La burocracia y los programas de seguridad ciudadana hasta ahora solo han servido para ser engordados con las recaudaciones del Estado, sin un plan estratégico objetivo que pueda movilizar a toda la sociedad y lograr encontrar los ratones donde quiera que se encentren o en las condiciones que se fomente su albergue.

Recientemente se aprobó, por nuestras cámaras legislativas la reforma policial, a espera de su promulgación o devolución por el Poder Ejecutivo.  Pero esa reforma no contempla: la creación de un instituto o universidad de ciencias policiales y de investigación para la preparación de los policías,  el aumento de la capacidad de hospedaje de la academia policía para que todo aquel que desee servir en el cuerpo del orden sea instruido y capacitado de una manera científica, social, de seguridad y de servicio.  No contempla la mejoría de las condiciones de vida de los miembros que ya están y de los que quieren o vayan a ingresar, no quiero ni siquiera mencionar el aspecto social y económico de nuestra gente para el tema no ampliar.

Lo que se ha hecho es acomodar  al gato, engordarlo aún más, y el resultado será que no tendrá la capacidad para los ratones encontrar, pues así cómodo y gordo como está, no tiene ni siente la necesidad de los ratones buscar.

Al final el exterminador se marchó de la casa, después de colocar las trampas de ratas y los quesos envenenados.  Lo increíble es que los ratones, en la cochera, siguieron estando.

 

*** El autor es escritor y experto en Administración Pública, Escuela de Política y Gobierno, Universidad Nacional de San Martín, Argentina.

 

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