El extraño comportamiento de los politicos

El extraño comportamiento de los politicos

Corría el siglo XVI cuando el filósofo neerlandés Erasmo de Rotterdam, en viaje de Italia a Inglaterra, fue escribiendo uno de los ensayos de mayor influencia en la cultura occidental: “Alabanza a la estupidez.” El filósofo dedicó sus mordaces reflexiones a su amigo Tomás Moro. Erasmo da voz a la estupidez para a través de ésta como personaje, expresar una serie de amargas verdades cargadas de ironías.
Casi cinco siglos después, la “Alabanza a la estupidez” mantiene absoluta vigencia. Me refiero, a título de muestra, a la conducta de ciertos políticos. Cuando forman parte del equipo que aúpa a un candidato son capaces de fracturar un brazo a alguien por aparecer al lado de su líder y vender la idea de ser persona de influencia en sus decisiones. Siempre aparecen en las fotos aún tengan que elevar el cuello para obtener ese propósito. No se empeñan mucho en el trabajo real para alcanzar el poder, pues les importa más la apariencia que la realidad; el parecer que el ser. Ahí radica el culto a la estupidez. Pudieran dedicar más tiempo a trabajar por la meta propuesta pero el afán de figuración les hace perder las perspectivas. Cuentan con que siempre hay alguien haciendo el trabajo, mientras ellos están asumiendo poses.
Cuando estos personajes logran arribar a un puesto público, gracias al trabajo ajeno, destapan ante los ojos de los demás, sin ningún pudor, toda su fantochería. Los he visto andando por las calles con sirenas y dos sujetos que le franquean el paso en actitud humillante para la gente que paga su salario. Son infelices arropados por el poder, que cubren sus complejos con tales aparatosidades. Admito con pena que este comportamiento no es exclusivo de los que actualmente detentan el poder. Ya veremos.

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