El fanatismo ingenuo y sus efectos sobre el terrorismo

El fanatismo ingenuo y sus efectos sobre el terrorismo

En el año 2001, a raíz de los atentados terroristas que cobraron miles de víctimas en Nueva York, Washington y Pensilvania, reiteré en un pequeño libro (Las 7 cabezas del Terrorismo), lo que había afirmado 10 años atrás, tras la caída del “Socialismo real”, en Europa del Este, que desacreditó el ideal socialista como visión progresista del mundo con la libertad de pensamiento, nuevas tecnologías, participación popular y justicia para todos, por el fracaso de su versión totalitaria estalinista; lo que podía conducir a la humanidad al reverdecimiento de otros tres radicalismos que yo llamé el “retorno de los viejos ídolos”; el fundamentalismo religioso, el chauvinismo y el racismo.

Efectivamente, religión, nacionalismo y xenofobia, manipulados por extremistas manipuladores y oscuros intereses, han tenido la virtud de retrotraer al mundo a confrontaciones y acciones bárbaras, genocidios y crueldades inenarrables, que conmocionan a la opinión pública y tratan de acallar al más importante factor de progreso humano, primero en Grecia y luego en Occidente: la libertad de pensamiento, de donde provienen fundamentalmente la alta cultura, la ciencia y la civilización material. Ello, independientemente del daño que han causado las grandes naciones con sus acciones imperialistas.

El brutal atentado terrorista contra los talleres y periodistas que laboraban en el semanario “Charlie Hebdo”, famoso por sus críticas irreverentes y satíricas hacia las ideas convencionales y ortodoxas, producida esta semana, no solo constituye un atentado contra la libertad humana y su futuro.

Trátase de un intento de maniatar la inteligencia y la comunicación libre que afecta a toda la humanidad, porque con sus defectos es un símbolo de la tolerancia y la diversidad, que son necesarios para que la crítica y contradicciones hagan florecer la verdad y la innovación.

Los grupos que manipulan la ingenuidad popular con medias verdades y acciones imprudentes han maleado el ambiente, que amenaza con barrer lo que se ha avanzado por más de dos siglos en la racionalidad sobre el fanatismo. En Medio Oriente, Europa, África, América y nuestro país grupos provocadores, conscientes o sin visión estratégica, están ayudando con su intolerancia al extremismo de derechas, al fanatismo, con sus secuelas de terrorismo individual y de Estado, no puede dejarse provocar estos por sus víctimas convertidas en victimarios, por su ignorancia; llámase islamistas ultranacionalistas o racistas, agitados por los que se benefician de esas pasiones para ganar protagonismo.

En el siglo XIII fueron las cruzadas católicas las que utilizaron prácticas terroristas contra el humanismo de los “infieles musulmanes”, tolerantes, encabezados por Saladino, o contra los indígenas de América quienes en el área del Caribe fueron exterminados en pocos decenios.

En el siglo XXI, los nuevos profetas del odio del país que a su vez han creado el clima internacional y nacional para que las ambiciones y las bajas pasiones actúen al margen de las más elementales normas de convivencia civilizada, con secuestros y agresiones que pueden provocar una tragedia nacional.

Ojalá que los gobiernos y los partidos políticos responsables, enfrenten con firmeza y ecuanimidad esas bajas pasiones y pongan límites claros a la situación que vivimos, sin escuchar a los agitadores políticos y religiosos, que por comisión, ignorancia o intereses espúreos impongan una agenda de violencia a ambos a lados de nuestra querida isla…

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