El fatalismo del continuismo presidencialista

El fatalismo del continuismo presidencialista

El Libertador Bolívar con mucho acierto, habló del peligro que entraña dejar por mucho  tiempo a un mismo hombre en la altura del poder supremo. Porque el que se queda fijo en la poltrona palaciega, se acostumbra a mandar.

Y el pueblo se hace ducho en el hábito de obedecer. El hombre que hace del mandonismo un oficio, está a un solo paso de la tiranía.Y aquí recordamos que alguien preguntaba y se contestaba: ¿Qué es un tirano? Un gusano que de seda se vistió. Viene el pueblo lo desnuda y se acabó. Lamentablemente, a veces resulta, muy tarde e1 acto popular del “desnudamiento”.

Los pueblos sometidos y atados a los oprobiosos y largos mandonismos, son como los esclavos que se acostumbran a los tintineos de los eslabones de las cadenas. Esos tintineos se convierten en música que los adormece.

Los esclavos de Roma con Espartaco a la cabeza, mantuvieron en jaque a las legiones mandadas por Varo. Y los hombres de Espartaco solamente pudieron ser dominados, cuando los esclavos que no querían ser libres, se alistaron como combatientes en las legiones, para someter a la obediencia a sus congéneres, que querían romper las ataduras.

Y volviendo al caso de los patológicos mandonistas. En América desde el Río Bravo del Norte hasta las aguas gélidas del Estrecho de Magallanes, aparecen casos dignos de mención. Así tenemos que en México sobresale Porfirio Díaz. Don Porfirio que devino en tirano y que se mantuvo en la poltrona de “El Zócalo” por unos treinta y seis años. Había sido un valiente, un héroe, en la difícil y cruenta lucha contra el imperio de Maximiliano y Carlota. Pero se hizo tirano y se convirtió en un ex-héroe. Por su culpa en la gran revolución de Madero, donde Villa y Zapata pelearon con valentía. México perdió más de un millón de sus habitantes.

En Guatemala se enamoraron del mando con carácter de fijeza, principalmente dos que gustaban de ser llamados, cada uno de ellos, como: “Señor Presidente”. Fueron ellos Rafael Carrera y Jorge Ubico. Ubico era tan ridículo que tenía ínfulas de mariscal prusiano. Él gustaba de exhibir monóculo y fusta.

En Venezuela Juan Vicente Gómez apodado “Juan Bisonte”. Resultó un terrible continuista que decía: “Yo no le deseo la muerte a nadie. Yo la ordeno”. 

En El Ecuador Gabriel García Moreno, dividió la población de la nación en tres grupos. El primer grupo lo mandó al cementerio, a1 segundo al exilio y al tercero a la cárcel. Porque la nación entera era un presidio. Y en Paraguay José Gaspar Rodríguez de Francia, convirtió a la nación en un “Estado Clausurado”.

Próximamente continuaremos con el peligro de los mandonistas que se hacen continuistas.

Publicaciones Relacionadas