El feminismo, un movimiento social y político que aboga por la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres, ha sido objeto de estigmatización y rechazo, precisamente por cuestionar el estatus quo y, a pesar de sus evidentes logros en la lucha por la justicia social, el término «feminismo» a menudo se percibe como una «mala palabra», cargada de connotaciones negativas y estereotipos que distorsionan su verdadero significado y propósito.
Esto ha devenido en consecuencias negativas, no solo para las mujeres, también para la sociedad en general, ya que, al disuadir a muchas compañeras de identificarse como feministas, por temor a ser juzgadas o rechazadas, les ha limitado su capacidad para participar activamente en los reclamos y acciones por la igualdad y, como sabemos, todo esto contribuye a la perpetuación de las desigualdades, sobre todo porque la constante estigmatización del feminismo impide un diálogo constructivo sobre la igualdad, polarizando el debate y obstaculizando la búsqueda de soluciones efectivas a los problemas que afectan a las mujeres.
Puede leer: Indefensión personal. Mujeres, irresponsabilidad social y violencia
Por esto es importante desmontar, por lo menos, parte de las concepciones erróneas con las que se han gestado campañas de descrédito que pretenden borrar la la realidad de lo que ha sido y es el feminismo, contraponiendo a éstas la refutación basada en la verdad y la evidencia:
Mito 1: El feminismo busca la superioridad de las mujeres sobre los hombres.
Realidad: El feminismo busca la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres. Reconoce que ambos sexos han sido perjudicados por las normas de género tradicionales y busca construir una sociedad más justa e inclusiva para todos.
Mito 2: Las feministas son «anti-hombres».
Realidad: Las feministas no odian a los hombres. Reconocen que la desigualdad de género perjudica tanto a hombres como a mujeres y buscan construir relaciones más equitativas y respetuosas entre ambos sexos. De hecho, los hombres también se benefician con la eliminación de roles de género restrictivos porque estos afectan a todas las personas.
Mito 3: El feminismo ya no es necesario.
Realidad: A pesar de los avances en igualdad de género, todavía existen disparidades significativas en muchos aspectos de la sociedad, como la brecha salarial, la violencia de género y la representación en posiciones de poder.
Mito 4: Las feministas están en contra de la maternidad y la familia.
Realidad: El feminismo apoya la capacidad de elección y la igualdad de oportunidades para todas las personas, lo que incluye la posibilidad de elegir entre una carrera, la maternidad, o una combinación de ambas. Igualmente, el feminismo lucha por mejores políticas de apoyo a la maternidad y la paternidad, como licencias de maternidad y paternidad pagadas y ampliadas, apoyo a los cuidados, etc.
Es imperativo impulsar y ampliar las voces del Feminismo mientras persistan estas situaciones:
Brecha Salarial: Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres ganan en promedio un 20% menos que los hombres a nivel mundial. Esta brecha salarial es aún mayor para las mujeres de color y las mujeres con discapacidad.
Violencia de Género: La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada tres mujeres en el mundo ha experimentado violencia física o sexual por parte de su pareja. La violencia de género es una violación de los derechos humanos y un obstáculo para la igualdad de género.
Representación Política: A pesar de los avances en la participación política de las mujeres, siguen estando subrepresentadas en los parlamentos y gobiernos de todo el mundo. Según ONU Mujeres, solo el 26.5% de los parlamentarios a nivel mundial son mujeres. Y si nos vamos a la representación en el Congreso de nuestro país, la verdad es que la presencia de la mujer es pírrica.
Lo que estos datos evidencian, es que la necesidad de seguir luchando por la igualdad de género existe y es ineludible, reflejando claramente que el feminismo sigue siendo un movimiento relevante e indispensable en el siglo XXI. Utilizar y desvirtuar la palabra feminismo como «malapalabra» no es más que un reflejo de los estereotipos y prejuicios que persisten en nuestra sociedad.