LEO BEATO
“Mi voto es para Baractk Obama”. Así nos dice Bryan Johnson, un joven norteamericano de apenas veinte años. Lo interesante, además de su juventud, es que es oriundo de Alabama, un estado tradicionalmente anti-afroamericano y donde Martin Luther King emprendió su famosa marcha que casi le costó la vida en Selma y en la cual yo también participé.

De acuerdo a todos los pronósticos Obama se proyecta como el próximo presidente estadounidense al menos que no le suceda un “accidente” imprevisto o que las encuestas comiencen a ser “medicadas” como ha sucedido en otras ocasiones. Hillary Clinton, que cuenta con el 65% del voto hispano, se ha ido debilitando entre los votantes de 20- 35 años, que serán los que en realidad decidirán la votación final. Para éstos, el color de la piel o la apariencia de los candidatos no parecen ser factores importantes. Hillary ha sufrido once derrotas al hilo en las primarias y Obama cuenta con el apoyo de pesos completos como Ted Kennedy, John Kerry y Cristopher Dodd. John McCain, septuagenario, ex prisionero de guerra y héroe de Vietnam, quien nació en Panamá en la zona del Canal, donde su padre era un oficial superior de la marina (Navy), se proyecta ligeramente por debajo de Obama (empate técnico difícil de comprender dada la trayectoria ambivalente del candidato Republicano). Además, éste (McCain) ha estado desde el principio a favor de la guerra de Irak, mientras que Obama se opuso a ella desde el principio llamándola “una guerra totalmente ilegal” en momentos en que el 70% del pueblo norteamericano desea el regreso de las tropas.

El hecho de que a Hillary Clinton la apoyen mega-corporaciones como la Monsanto fortalece aún más las posibilidades de Obama, aunque en realidad entre ambos candidatos no existe una gran diferencia. Si ésta pierde las primarias de Texas y de Ohio, sus posibilidades de convertirse en la candidata del Partido Demócrata serán muy efímeras.