El fiasco electoral del domingo 16

El fiasco electoral del domingo 16

Casi todos los dominicanos nos sentimos burlados y engañados desde el pasado domingo al mediodía, cuando la Junta Central Electoral anunció la suspensión de las elecciones municipales, que ya estaban en marcha con muchos inconvenientes en los colegios utilizando del sistema del voto automatizado.
La ola de quejas arropó a todo el país en pocos minutos. A medida que transcurría el tiempo desde la siete de la mañana más abrumadoras eran las quejas y los inconvenientes en los colegios en donde se utilizaba el voto automatizado. Y ya cerca del mediodía, la JCE no tuvo más salida que anunciar la suspensión de las elecciones. Era para evitar que la avalancha del desastre no destruyera la poca credibilidad que les quedaba a los miembros de la JCE. Y eso que todos los equipos del voto automatizado, supuestamente, se habían colocado a punto del buen método operativo en horas del sábado en la tarde.
No hay dudas, el factor humano jugó un importante papel cuando sabemos por experiencia que todo equipo sofisticado, y más si se trata de sistema de computación puesto en manos de técnicos dominicanos sin mucha experiencia ni adiestramiento, pueden fallar. Y eso es parte de la educación del descuido ancestral, herencia de nuestro pasado convulsionado de varias razas. Padecemos de la indolencia innata y si no es contando con una supervisión adecuada y adiestrada se puede predecir que algún daño les ocurrirá a los equipos colocados a nuestro cuidado para uso y mantenimiento. Uno no quisiera pensar en sabotaje que es la ocurrencia más evidente. Es que solo así se justifica que equipos revisados y puestos a prueba funcionaban perfectamente horas antes de la apertura de los colegios, y de repente, desde el sábado 15 en la noche, comenzaron a colapsar vergonzosamente lo cual obligó juiciosamente a la JCE a las once y once de la mañana del domingo suspender las elecciones.
Ahora todos los políticos, en sus distintas parcelas, se acusan mutuamente como culpables de tal fracaso y de estrepitosa y peligrosa caída institucional. Miles de millones de pesos han ido a depositarse en el basurero institucional de los fracasos financieros dominicanos con dinero del Estado. Nadie se hace responsable ni de sufrir las consecuencias legales del despilfarro que por incapacidad cometieron los que tenía a su cuidado el proteger esa enorme inversión y darle el mejor iluso, después, se les ve disfrutando de sus fortunas, y como aquí todo queda impune, siguen siendo parte importante de la alta sociedad dominicana.
Son miles de millones de pesos, que en un santiamén, se han evaporado por la incompetencia de los protagonistas responsables. A esto se le unen el “sabotaje” y las angurrias de los políticos que obligaron a una JCE, temerosa de no ofenderlos, suspendiendo el certamen. La JCE había accedido a todo lo que le pedían sin sopesar las consecuencias. Hasta ahora la única decisión valiente y responsable de la JCE fue la de suspender las elecciones. Con una hora más de dilación el caos se hubiese generalizado, el país estuviese en llamas y nadie sabe lo que hubiese ocurrido el domingo después del mediodía.
La clase política es responsable de este fracaso electoral. Y es que por sus ambiciones desmedidas, exigencias y demandas de que se le otorgaran facilidades para la operación de sus franquicias políticas en las que gastaron los tres mil millones de pesos que el gobierno les entregó. Tal cosa es poca cosa por sus gastos desmedidos.
Tal como ocurrió el pasado año cuando se desplomó el ingreso de turistas al país ante el anuncio de numerosas muertes de turistas en hoteles fue una trampa bien orquestada por una mente brillante. Ahora se recurrió a una masiva alteración del equipo del voto automatizado siendo esta vez más radical al alterarlo por completo y desacreditar el voto automatizado lo cual se logró. Se alega que nadie sabe utilizar tal sistema y se prefiere retornar a la edad piedra electoral para implantar el voto manual el próximo 15 de marzo. Es de desear que se identifiquen los culpables y que el peso de la ley caiga sobre los mismos. Ahora está en juego la credibilidad y buena reputación del país. Por tanto no debe haber vacas sagradas que se le oculten sus delitos…

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