El fin de las falsificaciones de obras pictóricas

El fin de las falsificaciones de obras pictóricas

EFE-REPORTAJES. Las falsificaciones de obras de arte se han convertido en una práctica habitual entre la maraña de un oscuro mundo que mueve cantidades ingentes de dinero. La dificultad por revelar la verdadera autoría de un cuadro ha sido hasta ahora el salvoconducto para el fraude, pero un nuevo método científico aporta la posibilidad de conocer la verdad. 

El mercado del arte se ha convertido, desde el siglo XX, en uno de los negocios más  rentables. En el mercado negro se trafica con obras procedentes de expolios, robos o falsificaciones que se venden a precios astronómicos, pero hasta en los museos o en las grandes colecciones particulares, es difícil asegurar a ciencia cierta que en la pared no cuelga un cuadro falsificado.  

Una obsesión con historia. La falsificación de las obras de arte es una práctica muy antigua, ya los romanos, fascinados por el arte griego, instalaron en Roma innumerables piezas de imitación.

Sin embargo, no fue hasta los siglos XVI y XVII cuando el comercio del arte tuvo su primer apogeo, y es cuándo se consolida el término de propiedad artística y se extiende el coleccionismo entre las clases preponderantes de la Europa de la época.

En el siglo XVII, el pintor barroco Luca Giordano, sorprendido por este comercio con el arte, quiso gastar una pequeña broma para sonrojar a los comerciantes. El pintor napolitano, imitando a Durero, realizó la obra “Cristo y el tullido” y lo firmó como Durero, pero también con su propia firma.

El engaño podía haber prosperado si no hubiera sido por ese pequeño detalle.  Pero, en la actualidad, la falsificación, desde el siglo XX, ni siquiera es artesanal como antes, porque ya nadie se molesta en pintar a la manera de los grandes artistas para engañar a los coleccionistas. En la actualidad, las falsificaciones tienen su origen en la firma.

Sergio Ruiz, profesor de Ingeniería de Telecomunicaciones de la UPC (Universidad Politécnica de Cataluña, al noreste de España) lo explica: “Antes era práctica habitual firmar un cuadro sólo cuando se vendía, por lo que muchos de ellos quedaron sin firmar. En los casos de los pintores que trabajaban para un rey, como fueron los casos de Velázquez o Goya, ni siquiera tenían que firmar sus obras. Esos grandes artistas no sólo tenían alumnos, sobre todo tenían seguidores que admiraban a los maestros y se dejaban influenciar por ellos”.

Según refiere el experto, el coleccionismo se pone de moda en el siglo XX, sobre todo a partir de los años sesenta, y a todas aquellas obras inspiradas por los grandes se les coloca la firma que atribuye, realmente, una autoría falsa.

La más perjudicada fue la obra de los modernistas.

Pionera

El profesor Sergio Ruiz es uno de los pioneros en la utilización de una técnica innovadora para la detección de falsificaciones, la espectroscopia Raman, que aporta información molecular sobre los materiales que se están analizando.

Tecnología no destructiva

Para Ruiz, “el láser es una tecnología no destructiva porque trabaja con una potencia muy baja que no afecta a la composición química ni al estado de conservación del objeto artístico, mientras que en las metodologías tradicionales, para investigar sobre las obras se arrancaban muestras o se empleaban reactivos, con los que éstas sufrían un deterioro”.

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