El final de la novela

El final de la novela

Dos presuntos asesinos fueron devueltos desde México a nuestro país y las autoridades policiales informaron públicamente que podrían estar vinculados a unos 36 homicidios. Noticia reconfortante frente a la frustración social que habían provocado otros acontecimientos donde los villanos estaban apareciendo como héroes. Ejemplo de ello es el caso de Figueroa Agosto, Sobeida y compartes, sobre los cuales ninguna agencia policial internacional ha dado pista ni mostrado interés en captura.

Siempre he visto el caso “Agosto” como una novela que un sector de nuestras autoridades policiales ha ido entretejiendo, creando expectativas emocionantes que apasionan a los incautos. El último capítulo fue la reseña de una información periodística, de una fuente internacional que nadie conoce, dando cuenta de que Figueroa Agosto  era un agente encubierto de la agencia antidrogas de los Estados Unidos de Norteamérica (DEA) y que había sido encargado de desmantelar el negocio en la República Dominicana y ya cumplida su misión (al estilo “James Bond”) fue trasladado a un lugar desconocido de Europa a cumplir otros encargos junto a su co-protagonista Sobeida con nuevas identidades.

De ambos casos  surge la pregunta obligada sobre porqué con unos los mecanismos de captura funcionaron y con los otros no, destacándose que, con lo de Figueroa Agosto, no puede quedarse la impresión de que todo fue creado por la mente fantasiosa de algunos agentes gubernamentales que combaten al crimen organizado y al narcotráfico; eso no es posible porque ahí están los muertos y no son imaginarios; fueron realmente asesinados y sepultados y eso no debería quedar como un recuerdo de novela. Eso debería esclarecerse para que se pueda hablar de un verdadero final. 

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