Por MICHAEL SLACKMAN
TEHERAN, Irán Ciertamente es injusto acusar a todos los iraníes de ser mentirosos. La etiqueta es subjetiva y huele a estereotipo. La forma más apropiada de expresar la visión iraní hacia la honestidad, la forma en que muchos iraníes la describen, es declarar que ser directo y decir la verdad no son principios apreciados en Irán.
A menudo, justo lo opuesto es cierto. Se espera que la gente ofrezca elogios falsos y promesas insinceras. Se espera que le digan a uno lo que quiere oír para evitar un conflicto, o brinden esperanza cuando no la hay.
Hay un principio social en Irán llamado taarof, un concepto que describe la práctica de la insinceridad; de invitar a la gente a cenar cuando realmente no se desea su compañía, por ejemplo. Los iraníes comprenden esas prácticas como modales y no se sienten ofendicos por ellas.
Pero el taarof es sólo un aspecto de un marco general para la comunicación que puede poner a las palabras iraníes en un contexto completamente diferente de aquel con el que están familiarizados los estadounidenses.
Se tiene que adiviar si la gente es sincera; nunca está uno seguro, dijo Nasser Hadian, profesor de ciencia política en la Universidad de Teherán. El simbolismo y la vaguedad son inherentes en nuestro idioma.
Es repentinamente esecial que los estadounidenses comprendan esta forma de comunicarse. Cada vez más, parece que el camino hacia la paz, y la guerra, corre a través de Teherán. Y por ello escuchar los que los iraníes están diciendo, no lo que los estadounidenses piensan que están diciendo, se ha vuelto una prioridad. Irán tiene una enorme influencia con Hezbollah en el sur de Líbano. Tiene profunda influencia con los chiitas ahora en el poder en Irak. Y está inmerso en su propia lucha con el Consejo de Seguridad de la ONU en torno a su ambición de desarrollar tecnología nuclear.
Y sin embargo, comprenderse unos a otros ya no digamos ponerse de acuerdo se complica desde el principio.
La expresión tiene una función diferente que en Occidente, dijo el doctor Kian Tajbakhsh, científicos social que vivió durante muchos años en Inglaterra y Estados Unidos antes de regresar a Irán hace una década. En Occidente, 80 por ciento del lenguaje es denotativo. En Irán, 80 por ciento es connotativo.
Traducción: En Occidente, sí generalmente significa sí. En Irán, sí puede significar sí, pero a menudo significa quizá o no. En Irán, dijo Tajbakhsh, se espera que los interlocutores comprendan qué palabras no necesariamente significan exactamente lo que significan.
Esto crea una rica cultura lingüística poética, dijo. Crea una cultura multidimensional en que la gente es experta en captar los matices. Por otra parte, representa un mal discurso político. En el discurso político, la gente no sabe en qué confiar.
No es una burda broma o calumnia étnica hablar sobre el taarof, sino una realidad cultural que los iraníes dicen se origina en siglos bajo la ocupación extranjera. Ya fueran los árabes, los mongoles o los franceses y los británicos, la hegemonía extranjera enseñó a los iraníes el valor de ocultar su verdadero rostro. El principio se manifiesta también en la religión mayoritaria en Irán, el islamismo chiita, que en otros países en una religión minoritaria, a menudo enfrentada con la mayoritaria. Hay un concepto conocido como tayika en el cual se permite a los chiitas, incluso se les alienta, a ocultar su creencia o fe para proteger su vida, honor o propiedades.
Cuando se dicen mentiras se puede salvar la vida, dijo el doctor Muhammad Sanati, psicólogo social que vivió durante años en Inglaterra antes de regresar a Irán en 1982. Ahora puede ver el problema del idioma en este país. La diplomacia en todas partes es el arte de no mostrar tus cartas, y si los iraníes han mostrado habilidad al forzar negociaciones sobre negociaciones, o ganar con el estancamiento, sería una exageración decir que se puede explicar únicamente por una cultura del taarof. Pero diplomáticos occidentales basados en Irán dicen que la base cultural de Irán le ayuda cuando trata con las habilidades negociadoras más estudiadas de los estadounidenses.
Quizá más importante, dijeron esos diplomáticos y los propios iraníes, es que los estadounidenses necesitan comprender el enfoque de Irán hacia las comunicaciones interpersonales para comprender las complejidades que enfrentan los iraníes al tratarse entre sí. Analista tras analista dijo que después de siglos de ocultar sus verdaderos sentimientos, los iraníes a menudo no están seguros de en quién pueden confiar cuando se tratan entre sí, ya no digamos cuando tratan con extranjeros.
Un diplomático occidental, que insistió en el anonimato porque es el protocolo diplomático estándar, dijo que era posible que cuando Irán dijo que no podía responder antes de fines de agosto a la oferta de Occidente sobre su programa nuclear, esa no fuera sólo una maniobra diplomática, sino también haya sido un reconocimiento a la realidad de la política iraní interna. Las decisiones importantes sobre el tema nuclear involucran el consenso en los niveles más altos de la élite política. Pero el consenso puede ser difícil de alcanzar cuando las comunicaciones interpersonales, al menos inicialmente, son definidas por el taarof, la desconfianza y las diferentes agendas políticas, dijo el diplomático.
Al mismo tiempo, comprender la base cultural/moral de una comunidad también puede ayudar a los estadounidenses a comprender si un acuerdo fue realmente alcanzado o no, aun cuando los iraníes parezcan decir que se ha hecho un trato. Se pueden traducir las palabras, pero ¿se pueden traducir los sentimientos?, preguntó Saeed Leylaz, un analista político y ex funcionario gubernamental en Teherán. Los diplomáticos británicos tienen más éxito con nosotros. Comprenden nuestros métodos y nuestra cultura.
En realidad, los estadounidenses y los iraníes hablan dos idiomas diferentes. Los estadounidenses son pragmáticos y su selección de palabras a menudo se basa en la ruta más corta para llegar de un punto a otro. Los iraníes son poetas y tienden a usar el idioma como si fuera pintura, para ser extendido, mezclado, hecho girar. Las palabras pueden ser presentadas como piezas de un rompecabezas, piezas que quizá se ajusten bien entre sí o no.
En Irán, se elogia a la gente pero no se dice sinceramente, dijo Sanati. Se invita a la gente a todo tipo de cosas, y realmente no se desea su asistencia. Se prometen cosas, y no se pretende cumplir. La gente que vive aquí comprende eso.
Hoy en día, los iraníes están esperando que Estados Unidos se tome el tiempo de comprender su cultura. Ha visto a Estados Unidos reprobar el examen de traducción cultural en Irak.
Corresponde a Estados Unidos comprendernos, porque es más fuerte, dijo Leylaz, el analista político. Hay diferencias de opinión sobre cuánto el taarof, o vaguedad, o como algunas personas lo llaman, conveniencia, afecta al discurso público. La gente en Irán supone que cuando un político ofrece algo que sabe que no puede cumplir, es taarof. No lo llaman una mentira.
¿Pero qué sucede cuando el Presidente Mahmoud Ahmadinejad envía una carta al Presidente George W. Bush? ¿Es sincero, o es taarof? La carta ha sido interpretada por algunos iraníes como que el presidente tratara de seguir el camino del Profeta Mahoma, que envió cartas a sus enemigos, o de copiar al Ayatola Ruhollah Jomeini, quien envió una carta en 1989 al líder soviético Mijail Gorbachov. Algunos la han llamado ingenua, o simplemente mala política. Ciertamente su importancia es poco clara, pero a todas estas personas les pareció tener la intención de una apertura seria. Washington, en contraste, restó importancia a la carta como irrelevante porque no abordaba ninguno de lo temas sustanciales sobre la mesa. Quería que Teherán fuera más directo.
Hadian, quien fue amigo en su niñez del presidente, sugirió un enfoque diferente: Si se habla con Ahmadinejad, se tiene que considerar el taarof.
El taarof es un signo de respeto, aun si no es nuestra intención.
Muhammad Atrianfar, editor del periódico de mentalidad reformista Shargh, dijo que los iraníes encuentran a los estadounidenses personas con las que es fácil tratar porque son directos. Eso, insinuó, pudiera dar a los iraníes una ventaja en cualquier negociación. Pero para que los estadounidenses comprendan a los iraníes, dijo, deben reconocer que con los iraníes la mente piensa algo, el corazón siente otra cosa, la lengua dice algo más y los modales dictan otra forma de comportarse.
No significa que la gente esté mintiendo, dijo. Simplemente lo están tratando a uno con un carácter diferente.