El 19 de febrero de 1861 es la fecha de la publicación del ukase liberador de los campesinos rusos. Hasta ese momento están vinculados a la tierra que trabajan como una propiedad aneja. El decreto atribuye al mujik la posibilidad de rescatar de sus patrones nobles parte de la tierra que trabajan, mediante el pago de un obrok de un precio- en cuotas que pueden liquidar con dinero, o con trabajo rendido al terrateniente.
Sin embargo, el proceso de adquisición de la tierra se revela muy oneroso para los labriegos; y además, para cumplirse se imponen una infinidad de trámites burocráticos que en realidad lo que producen es la ruina en masa de los campesinos, y a raíz de esto, la gran mayoría se queda sin tierras adecuadas para garantizar su supervivencia y producir para el mercado.
Esta circunstancia transforma, de la noche a la mañana, a la gran masa de los labriegos en proletarios desarraigados que pasan a mal vivir en las periferias de las grandes ciudades. Es por esto que en las novelas de Dostoievski, que se desarrollan la mayoría en los años sesenta, encontramos a tantos campesinos e hijos de estos en San Petersburgo.
El precio que deben pagar los campesinos al señor, a cambio de las parcelas, viene determinado según las tierras estén localizadas en zonas más o menos fértiles, y es susceptible de revisión cada veinte años. Opcional al principio, la compra se hace obligatoria desde 1881. El plazo para la ejecución de la reforma agraria es de nueve años, así que todo el proceso de contratación debe concluirse en 1870.
Los terratenientes inicialmente se indignan con los términos del decreto, pero, en un segundo momento se apresuran a aplicarlo, porque casi todos están muy endeudados y sólo así pueden conseguir liquidez para abonar a sus hipotecas y no perder las propiedades. Empero, los campesinos no tienen ni recursos ni acceso al crédito para realizar una adquisición inmediata.
En muchos casos el Estado, para salvar a los terratenientes más endeudados, acude en ayuda de los mujik, mediante prestamos que les permiten adelantar la suma necesaria para liberarse del pago del obrok a su señor. Quedan, entonces, endeudados con el Tesoro imperial.
Los adelantos que concede el Estado deben reembolsarse en un plazo de cuarenta y nueve años mediante pagos anuales que se elevaban, con la amortización del capital y los intereses, al seis por ciento de la cantidad adelantada.
Sin embargo, las cuotas anuales resultan ser demasiado onerosas para que la mayoría de los cultivadores pueda cumplir con el pago. Otro factor que obstaculiza la reforma es la ignorancia general de los campesinos y el desconocimiento de técnicas modernas para incrementar la producción.
De esta manera acontece, que una reforma que se espera y concibe por las clases pensantes como el inicio de una nueva era de transformaciones políticas, económicas y sociales, pasa a considerarse como el principio del fin de un régimen retrógrado, insensible, burocratizado y corrompido al máximo, que de esta forma se demuestra incapaz de reformarse a sí mismo.
Desde entonces comienza a propagarse en la nobleza liberal y en la intelligentsia raznochinets» un sentimiento profundo de frustración y desengaño respecto al contenido y a la viabilidad de las reformas.
Chernishevski decide que en ese momento de desesperanza debe asumir, permaneciendo en el país -en el exilio ese lugar lo ocupa Aleksandr Herzen, quien desde Londres edita su famosa revista Kolokol- la función de guía moral, de faro intelectual, cuya tarea es la de transmitir y explicar la nueva visión de una posible sociedad guiada por ideas modernizadoras, y busca mantener unidos, en un debate sobre lo que hay que hacer, a los hombres nuevos, a los que él tanto ha ayudado a despertar y a cobrar conciencia de los riesgos que comporta la situación vigente y sobre cuáles pueden ser las salidas a los problemas concretos que deben enfrentarse.
Por esto el filósofo decide que su papel es permanecer firme como publicista, como orientador de la sociedad ilustrada, a través de su papel como articulista y analista de temas socio-políticos y económicos en la principal y más difundida revista de Rusia, Sovremennik. Esta actitud prudente, moderada, la asume Chernishevski desde un análisis articulado de lo que acontece en el país.
Empero, en los primeros meses de la aplicación de la reforma se multiplican en todo el país las protestas y las revueltas campesinas, y esto contribuye a que el clima político y social se crispe en extremo.
Entre tanto, en abril de 1861, se produce una rebelión de campesinos en la aldea de Bezdna, situada en la gobernación de Kazan, localizada en la confluencia de los ríos Volga y el Kazanka, en el centro de Rusia, al este de Moscú. Allí más de 5,000 campesinos encabezados por un mujik escritor, Anton Sidorov, deciden que la reforma ha sido mal interpretada por los terratenientes, y sostienen que en realidad el zar les ha otorgado a los labriegos las tierras gratis, y en ese sentido deciden suspender los trabajos en las tierras de los señores.
La rebelión cuenta con la participación masiva de campesinos provenientes de más de ciento treinta aldeas cercanas. Las tropas llamadas a disgregarla, bajo el mando del mayor general, A.S. Apraksin, abre fuego contra los manifestantes desarmados y el resultado es trágico, cincuenta y siete muertos y más de trescientos cincuenta heridos.
Una reacción tan brutal del poder zarista hace comprender a Chernishevski que las posiciones contrapuestas son irreconciliables, y que se radicalizarían aún más con el tiempo ya que ninguna de las partes está dispuesta a conceder la mínima parte de lo solicitado por la otra.
Chernishevski llega así a comprender que con el tiempo se agudizan las protestas y que el clima social reinante anuncia un panorama oscurecido ante la posibilidad de que surjan nuevas revueltas campesinas. No obstante, le resulta claro igualmente, que tales rebeliones no lograrán cristalizar en un movimiento político revolucionario que pueda dar al traste con el ordenamiento social vigente.