El frágil espacio entre la gloria y el honor

El frágil espacio entre la gloria y el honor

Pasito Báez me enseñó a manejar el proyector de películas del teatro Ercilia, en la Barahona de 1950. En la oscuridad de la sala, en el claroscuro del atardecer, reflexioné sobre el brillo y lo opaco, sobre la gloria y el olvido.
Imaginé lo que vivía un boxeador campeón de todos los pesos, adulado, buscado, con una miríada de periodistas, publicistas, logreros, buscando su aceptación para hacer negocios con su gloria, hasta que un día, aquel campeón sale, con las luces apagadas en el gimnasio, despojado de laureles, viejo, cansado. Aquello me produjo una impresión tal que, en ese momento, decidí que mi vida no debía depender del reconocimiento público y me fajé a estudiar hasta el día de hoy.
Nunca me emociona cuando alguien me elogia: es que no puede hacer otra cosa, nunca he engañado a nadie, no he robado, no he matado. Tampoco me preocupa que me denuesten, que me calumnien, porque quien lo hace está equivocado, ya que no he hablado sobre acciones públicas de nadie a sus espaldas, porque soy un hombre sincero, veraz, que actúa y habla de frente.
Rafael Molina Morillo escribió un texto, ya clásico, titulado “Santana, gloria y repudio” sobre el general Pedro Santana y Familia, quien se paseó por la gloria al desenvainar su espada contra las constantes invasiones haitianos que hubo de derrotar, pero luego, como dijo el doctor Joaquín Balaguer, se hizo pupú fuera del cajón, cuando auspició y encabezó el movimiento de generales y políticos de la Independencia que solicitaron la Anexión a España. Dos o tres años atrás David Ortiz comenzó la temporada de béisbol de Grandes Ligas con números muy pobres, entonces, nadie lo quiere recordar, quienes primero le entraron a su lento desarrollo fueron cronistas deportivos dominicanos. Poco después los números del Big Papi mejoraron y todo volvió a la normalidad.
Ortiz, extraordinario bateador para quien la presión no existe, anunció su retiro del béisbol para la temporada de las Grandes Ligas a celebrarse el próximo año 2017.
Felizmente ha tenido salud, agilidad visual, conserva la velocidad y la fuerza para sacar el bate ante cualquier tipo de lanzamiento y una muñeca privilegiada, ello permite que sus números anden mejor que en anteriores temporadas y por ello ahora, surgen voces que le quieren pedir que juegue otro año.
El inmenso Ted Williams bateó un jonrón en su último turno al bate antes de retirarse.
En este momento de gloria, al Big Papi lo que le conviene es hacer buena su palabra y retirarse, para que no tenga que hacerlo con números indignos de su gloriosa carrera de bateador.
Váyase ahora cuando está en la cima de la gloria, Big Papi, así lo recordarán con mayor respeto.

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